Conocí a Adolfo Clavijo Vélez hace muchos años, en las aulas escolares del INEM de Pasto. Quienes tuvimos la oportunidad de tratarlo lo recordamos como un muchacho inquieto, comprometido y estudioso. Indiscutiblemente era un líder que nos motivaba para preocuparnos de nuestro destino y el de Colombia. Su origen humilde y modesto jamás fue un obstáculo para creer en sus sueños y contagiarnos de esa alegría de vivir.
Si algo se puede destacar de su personalidad es que siempre se hacia querer, estimar y respetar. Su sola presencia era motivo de intensos diálogos y debates que nos permitieron formarnos en lo social e intelectual. Siempre con una sonrisa, con una palabra, con su mano amiga y con su deseo ferviente de una nueva patria, más justa y solidaria para todos.
Una vez terminado nuestro bachillerato en un colegio público -INEM de Pasto-nuestros caminos se separan para emprender cada uno y por su cuenta la realización de sus sueños. Adolfo viaja a la capital de la República en su anhelo de abrirse camino y ayudar de esa manera a los suyos. Sabemos que no le fue fácil y que únicamente su espíritu rebelde, inconforme y batallador le permitió afrontar las angustias y necesidades de la vida y que en muchas ocasiones parecían doblegarlo y apabullarlo. Trabaja en oficios sencillos y honestos, se forma en la medida de sus capacidades y logra abrirse camino como los grandes al punto que hoy es candidato al senado por Alianza Verde.
Quienes lo conocen en Transmilenio, su actual sitio de trabajo, no dudan un solo instante en brindarle su apoyo y colaboración pues ha sabido ganarse el aprecio y el cariño de sus compañeros. Sin recursos, sin alharacas, sin mentiras ni compromisos falsos logra recorrer gran parte del país para dar a conocer sus propuestas que le permitan llegar al senado de la república.
Su primer pensamiento es la niñez pobre y excluida de Colombia, quizá recordando esa misma niñez que nos tocó vivir y soportar junto a nuestros compañeros de generación escolar y propone “organizar la educación desde la primera infancia hasta la universitaria a un nivel competitivo donde se incluya el arte, la recuperación de los valores, la creatividad, para formar seres independientes, auto suficientes y con capacidad de discernimiento y decisión”.
Igualmente, y pensando en los más abandonados de nuestra sociedad eleva su voz para proponer “la reintegración del personal penitenciario a nuestra sociedad”, por cuanto “el 75% de los reos están en capacidad de aportar a nuestra sociedad con su trabajo en las vías secundarias y terciarias, de esta manera descongestionamos las cárceles y ellos están ayudando al agro y a nuestra sociedad reparando el daño causado”.
Y pensando en el obrero colombiano plantea la necesidad de “recuperar las 4 horas nocturnas” que no se le cancelan a los trabajadores y que les fueron usurpadas mediante argucias politiqueras que dejaron en desventaja su economía familiar impidiéndoles un estilo de vida con tranquilidad y decoro.
Así mismo y viendo hacia el futuro formula la necesidad de “buscar que la tecnología llegue a los lugares más apartados de nuestro país exigiendo a las multinacionales de las comunicaciones no engañen al usuario y, por el contrario, faciliten la vida y la educación de nuestra gente”. Necesidad inaplazable si queremos ser competitivos en un mundo cada vez más dependiente de la tecnología.
Como nos alegra que el nombre de Adolfo figure en el abanico de candidatos al congreso de la república, un hombre que se ha hecho palmo a palmo, que surge del pueblo y que sabe de la necesidad de cientos y miles de niños que requieren la mano amiga del Estado Colombiano. Solo nos resta desearle éxitos en su nuevo emprendimiento y hacer un llamado a sus amigos, conocidos, familiares y seguidores para que no duden un solo instante en apoyar su iniciativa política que, sabemos, de concretarse, será de beneficio para los sectores populares de Colombia. Animo amigo Adolfo y, como tu siempre decías: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar…”.