Los teólogos son expertos en conocimientos de Dios en terrenos humanos, han dedicado su vida a estudiar estos terrenos. ¿Pero cuál es la norma sinecuanon para estudiar a Dios, en lo humano? Una, y sólo una: creer en Dios. Si no se cree en Él no se puede, jamás, estudiar a Dios.
Así pues que resulta absurdo discutir verdadera teología con gente que solo es lameculos de un mundo podrido, especialmente del cerdo ese que metieron al Vaticano: el Bergorica maldito ese. Mejor pues no hacerlo, aunque enfrente nuestro “APAREZCA” cualquier cantidad de lameculos “ENVIADOS” por el perro ese.
¿Qué hacer? Solo una cosa: acudir a nuestros razonamientos/análisis, a viejos eruditos libros y, confiando, al auxilio de n. s. Y la Divina Providencia.
Un buen erudito-tecnólogo no es, nunca, un pergamino condecorado por gente corrompida u ordenado por, instituciones satánicas (nobel y demás), oficinas-contártaras.
Quién quiera realmente reiniciarse en su búsqueda de Dios, tiene que poner distancia de por medio entre sí y los adoradores/lameculos del Cerdoglio; nada bueno sale de esos lacayos del hijo de Satanás que metieron al Vaticano. Sólo la divina providencia le proveerá por los buenos caminos y el allegarse al encuentro con los verdaderos/buenos pastores de la fe en n. s. Jesucristo que requiera.
Así… los Católicos Apostólicos Tridentinos hemos quedado como Robin, en su camino hasta hallar quienes fueron sus reales amigos, en su posterior y final destino —y por supuesto, camino en el que sus cacocéfalos enemigos ladran y aúllan desesperados desde lo profundo del erebo…— .
Buen día.
Jueves, 16 de noviembre de 2017.