Este breve ensayo tiene el objetivo de analizar brevemente las consecuencias sociales y culturales de los eventos sucedidos el 2 de octubre de 1968 en la plaza de las tres culturas y su impacto en el presente inmediato.
Como lo planteo en mi trabajo, “Los porros, fuerzas básicas de la delincuencia”, disponible en internet y que aborda el contexto de la masacre de Tlatelolco en octubre de 1968, a 49 años de distancia, los ecos de estos hechos aún siguen resonando de forma explosiva en el clima social y cultural de nuestro país, como si hubiesen sucedido anoche.
Y es que luego de la muerte tan extraña y en circunstancias tan poco claras de Flores Osuna, el único orador de esa fatídica y cavernícola noche antes de los primeros disparos, pareciera que las escenas se repiten en el imaginario popular, como si de una fórmula pavliavesca se tratara cuando vemos a los estudiantes de Ayotzinapa repetir el horrible escenario de las desapariciones forzadas y los presos al estilo Lecumberri. Y ahora, existen otros "estudiantes desaparecidos", como si quisieran continuar sus masacres.
Si en ese entonces, se pretextó la alteración del orden y la presencia de fuerzas extranjeras, cuando en realidad los estudiantes deseaban que se derogara el absurdo artículo 145 bis promovido por Echeverría (que fue premiado con la presidencia y que volvió a repetir la masacre el 10 de Junio de 1971 en la escuela nacional preparatoria), donde se prohibía EL DERECHO A REUNIRSE, como si se tratara de no dejar pensar a quienes tenían en derecho, porque el control de pensamiento es objeto tratado por los regímenes totalitarios donde el derecho a disentir está gravemente penado. Gilberto Guevara Niebla, y todos los líderes del consejo nacional de huelga, sufrieron los efectos de un gobierno dictatorial rebasado por la historia, y al estilo Pinochet tras la caída de Salvador Allende, redujeron a sangre y fuego a los opositores. Socialmente, México se vio desangrado y culturalmente, sufrió un grave retroceso.
En este trabajo hemos podido examinar de manera más intensa el contexto donde nos desenvolvemos. Aunque mi visión de asuntos como el 68 no han cambiado desde la elaboración de mi ensayo de marras (porros fuerzas básicas), si he profundizado mi percepción de las cosas.
Sé que en estos momentos, corremos el mismo peligro tras los sucesos de Ayotzinapa y el vislumbre de regímenes totalitarios que bajo la sombra de democracia, dominan el entorno actual, como si nunca hubiéramos pasado ese fatídico octubre de 1968 y se repitiera una y otra vez.