El asesinato de John F. Kennedy -22 Nov. 1963- el crimen del siglo

 
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La publicación incompleta de los últimos documentos sobre la muerte del expresidente de Estados Unidos deja mal paradas a la CIA y el FBI, alimenta varias teorías conspirativas y arroja algunas luces sobre ese día fatídico.

El asesinato de John F. Kennedy -22 Nov. 1963- el crimen del siglo

Estados Unidos, 28 de octubre de 2017 10:15:00 pm

El 22 de noviembre de 1963 sucedió lo impensable. Ese día, el hombre más poderoso del mundo murió acribillado ante los ojos de una multitud, mientras su limusina descapotada circulaba en medio de una caravana oficial por el centro de Dallas. Ni sus guardaespaldas, ni su esposa, Jacqueline, ni nadie pudieron protegerlo de las balas que impactaron en su pecho, garganta y cráneo. Durante varios segundos, la confusión fue tal que ni siquiera era claro de dónde provenían los tiros. Más de medio siglo después, el magnicidio sigue planteando más preguntas que respuestas. Pero eso podría comenzar a cambiar.

En los 2.892 documentos confidenciales sobre el asesinato de John F. Kennedy que los Archivos Nacionales de Estados Unidos publicaron por primera vez el jueves hay de todo: fotografías en blanco y negro, memorandos borrosos, decenas de páginas escritas a mano, informes incompletos y hasta justificaciones de gastos. Aunque a última hora el presidente Donald Trump aplazó otros 6 meses la publicación de otros 300 informes ultrasensibles, los que vieron la luz ponen en evidencia los tejemanejes de la CIA, la confusión del FBI, la respuesta de los rusos y las relaciones de la mafia con esas agencias de inteligencia.

Unas muertes anunciadas

Poco después del magnicidio, las autoridades detuvieron en una sala de cine a un muchacho desgarbado y de aspecto anodino cuyo nombre pasaría a la historia: Lee Harvey Oswald, un marine desertor que vivió cuatro años en la Unión Soviética. Según las autoridades, este efectuó varios disparos desde el último piso del depósito de libros escolares de esa ciudad. Oswald siempre negó su participación en los hechos y afirmó incluso que alguien lo había suplantado. Pero nunca pudo defenderse. Dos días después, un mafioso llamado Jack Ruby surgió de entre la gente que lo esperaba a la salida de una comisaría, le disparó a quemarropa y lo mató ante las cámaras de la televisión antes de que pudiera testificar.

Desde ese momento algo olió mal en el tratamiento que las autoridades le dieron al caso. ¿Por qué desprotegieron a Oswald si este era el principal sospechoso? ¿Qué papel jugó la mafia? Aunque el misterio continúa, entre los documentos más llamativos publicados el jueves se encuentra un memorando del 24 de noviembre de 1963 (es decir, dos días después de la muerte de Kennedy). En este, el director del FBI, J. Edgar Hoover, escribe: “Ayer recibimos de nuestra oficina de Dallas una llamada de un hombre que hablaba con calma, quien dijo que pertenecía al comité para matar a Oswald. Le notificamos la situación al jefe de Policía y este nos garantizó que Oswald tendría la protección necesaria. Y, sin embargo, eso no sucedió”.

Otros documentos publicados el jueves muestran a su vez que la CIA se alió en varias ocasiones con la mafia para realizar operaciones internacionales (como matar a Fidel Castro) y también que Ruby no era desconocido para sus agentes. Aunque no hay datos que apunten a que ese tándem actuó contra Kennedy, esa circunstancia arroja aún más sospechas sobre los objetivos de esa agencia en este proceso. Según los documentos publicados el jueves, no solo la CIA estaba detrás de Oswald, sino que también los agentes del FBI en Dallas le estaban respirando en la nuca apenas un mes antes del magnicidio.

Todo lo anterior les da fuerza a algunas de las teorías conspirativas que han pululado en este medio siglo. La mayoría de ellas apuntaba a que Oswald no actuó solo, por lo que Ruby no habría sido más que un sicario encargado de silenciarlo para que no denunciara a sus cómplices, entre los que se encontrarían supuestos agentes estatales como el ‘hombre del paraguas’ o el del ‘montículo de pasto’ (grassy knoll). El primero llamó la atención porque, el día del magnicidio, estaba junto al carro de Kennedy vestido con un impermeable y una sombrilla abierta en un día soleado. Según algunos, esta ocultaba un arma que disparó la bala fatal. Por su parte, el misterioso hombre del ‘montículo de pasto’ habría disparado contra el presidente desde una barda de madera situada más arriba.

Buena parte de esas teorías se basan en la hipótesis de la ‘bala mágica’, según la cual el mismo proyectil no podría haber impactado a Kennedy y al gobernador de Texas, John Connally, que se encontraba en un asiento delantero, pues esta habría tenido que dar una absurda curva en pleno vuelo. La película JFK, que Oliver Stone estrenó en 1992, popularizó esa hipótesis.

Una versión ‘oficialmente’ falsa

Lyndon Johnson, quien asumió el cargo como vicepresidente de Kennedy, organizó el primer intento del gobierno por desentrañar el misterio. Con tal fin, organizó una comisión presidida por el fiscal Earl Warren, que interrogó a 25.000 personas, recogió 3.000 evidencias físicas y tomó 10 meses. Concluyó que tanto Oswald como Ruby actuaron solos y que los servicios de inteligencia solo habían fallado en cuanto a no haber evaluado correctamente los riesgos de los nuevos desplazamientos del presidente. Como resultado, las teorías conspirativas se dispararon.

Algunas de ellas acusaban al propio Warren. Otras al complejo militar industrial, la ultraderecha de Texas, el narcotráfico, los cubanos exiliados en Miami, Fidel Castro o incluso al gobierno de Vietnam del Sur, por las supuestas intenciones de Kennedy de retirar sus tropas de su territorio. Algunas más acusaban al propio Johnson, que habría estado detrás de una conjura para acabar con Kennedy y así poder reversar una serie de medidas económicas adoptadas por la Reserva Federal que afectaban a las principales fortunas del país. Según un memorando de la CIA publicado el jueves, los rusos se decantaron por esa hipótesis, que los tuvo durante meses con los pelos de punta ante la posibilidad de que el caos y la falta de liderazgo favorecieran la llegada al poder de un “general oficial irresponsable que lance un ataque con misiles contra la Unión Soviética”.

Desde el principio, los rusos estuvieron a su vez entre los principales sospechosos del magnicidio junto con sus aliados cubanos, pues el magnicidio tuvo lugar en uno de los momentos más álgidos de la Guerra Fría. Pocos meses antes, había ocurrido la crisis de los misiles, y dos años antes tuvo lugar la fallida invasión de playa Girón para derrocar a Fidel Castro. En ese contexto, llamó la atención el viaje de cuatro días que Oswald realizó a Ciudad de México en octubre de 1963, es decir, un mes antes del magnicidio. Según uno de los documentos publicados el jueves, durante ese desplazamiento Oswald se reunió con el cónsul ruso, Valeriy Kostikov, “un miembro de la unidad de asesinatos de la KGB”.

En el transcurso del viaje, además, Oswald armó un escándalo en la embajada rusa cuando supo que solo podría obtener una visa para viajar a Moscú después de varios días. “¡Esto va a terminar en tragedia!”, gritó. Dos días después regresó para implorarles, les dijo que el FBI lo estaba persiguiendo y que lo iba a matar. Según algunas fuentes, a un cierto punto llegó incluso a hablar en la embajada de Cuba, en la que también trató de conseguir una visa, de matar a Kennedy.

En buena medida, los documentos publicados el jueves dan fe de una tremenda desorganización entre las agencias de inteligencia estadounidenses, y también de una gran actividad de los enemigos de Kennedy en los días previos a su asesinato. Por un lado, ponen en evidencia que aquellas trataron de lavarse las manos tras su incapacidad de actuar. Por el otro, que hayan pasado más de 50 años para que esa información se conozca muestra que el gobierno de Estados Unidos no necesita de ninguna confabulación para ocultar sus huellas. Su propia burocracia y el secretismo que impregna sus instancias bastan para frenar cualquier intento de llegar a la verdad.

Publicado en:

http://www.semana.com/mundo/articulo/archivos-secretos-de-kennedy-que-trump-ordeno-revelar-esta-semana/545238


* * *
(2)

Jackie habló tras asesinato de Jonh F. Kennedy

Jacqueline tuvo necesidad de contar públicamente parte de sus sentimientos tras el asesinato, en 1963, de su marido el presidente John F. Kennedy, y 32 años después se sabe casi todo lo que pasó entonces por su cabeza.

Por: Redacción ELTIEMPO 28 de mayo de 1995, 05:00 am

La única condición era que el texto sólo podía publicarse un año después de su muerte. Jaqueline murió de cáncer el 19 de mayo de 1994 en Nueva York, a los 64 años.

No voy a ser la viuda Kennedy. Cuando todo esto acabe voy a meterme en el más profundo de los retiros que existan, dijo la bella Jackie una semana después del asesinato de su marido a Theodore White, un periodista amigo de la familia.

White publicó parte de la entrevista en un número especial monográfico de la revista Life dedicado a Kennedy en 1963, y en su autobiografía en 1978, pero la Biblioteca Kennedy de Boston (Massachusetts) divulgó ahora algunos extractos aún inéditos.

La entrevista está contenida en 34 páginas que White donó a la Biblioteca Kennedy en 1969, con el acordado embargo, hasta después de la muerte de Jaqueline.

El texto original de la entrevista contiene anotaciones del autor y de la propia Jacqueline.

Bobby (Kennedy, hermano de John) enseñará a Johnny (hijo pequeño del matrimonio). Es un niño pequeño sin padre, una criatura preciosa que necesitará de un hombre que lo guíe, dijo Jacqueline, según uno de sus comentarios inéditos.

Quiero que John-John se convierta en un magnífico joven. Está interesado en aviones; quizá se convierta en un astronauta o en, simplemente, John Kennedy, mecánico de aviones en tierra, agregó.

De Carolina Kennedy, su madre dijo que en el funeral oficial, su hija le agarró la mano como un soldado; ella es mi cuidadora y ahora es mía.

John Kennedy es abogado y uno de los solteros más codiciados de Estados Unidos, mientras que su hermana Carolina está casada y tiene tres hijos.

Entre los deseos de Jacqueline, figuraba la llama eterna en la tumba de su marido y que el cohete que viajó por primera vez a la Luna llevara su nombre, así como la zona de lanzamientos de Cabo Cañaveral.

Quería esa llama y Cabo Kennedy. Todo lo que quería fue su nombre, justamente, en ese cohete, aquél que nos pondría por delante de los rusos, en referencia al que luego viajaría a la Luna en 1969, idea que había propiciado su marido.

De todo ello, sólo consiguió la llama eterna en la tumba de Kennedy en el cementerio nacional de Arlington (Virginia) y, en parte, la designación de Cabo Kennedy, luego rebautizado como Cabo Cañaveral, aunque el centro espacial en la Florida lleva el nombre del presidente asesinado.

Personas que conocieron al ya fallecido White, dijeron que en la entrevista, la viuda del presidente Kennedy dio claras muestras de una enorme necesidad de hablar y sacar de adentro la pena que llevaba por la trágica muerte de su marido, asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas).

Su última expresión era tan nítida, comentó Jacqueline sobre los instantes siguientes a cuando su marido recibió los disparos en la cabeza que acabaron con su vida.

Pude apreciar como saltó una parte de su cerebro (por el impacto de una bala) que acabó en mi regazo, agregó.

Ya en el hospital, Jacqueline exigió estar presente en la misma sala donde se encontraba su marido, ya muerto, recibiendo la extremaunción administrada por un sacerdote católico.

Había una sábana sobre Jack por la que sobresalían sus pies.

Tomé uno de ellos y lo besé. Luego, tiré de la sábana hacia abajo.

Su boca era tan hermosa; sus ojos estaban abiertos, comentó.

En el manuscrito ahora revelado, la viuda del presidente se mostró muy molesta por la prisa del entonces vicepresidente Lyndon Johnson en asumir la presidencia del país a bordo del mismo avión que trasladó el cadáver de Kennedy a Washington.

Jacqueline comentó que le parecía estar participando en una ceremonia desagradable, en la que no tenía que estar, con su vestido rosa manchado de sangre.

White fue literalmente sacado de la silla del dentista para acudir a Hyannis Port para entrevistar a Jacqueline, a petición propia, aparentemente, para contrarrestar cualquier versión que distorsionara la vida y obra de su marido.

Publicado en:

http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-333911





Fuente: www.semana.com
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Anónimo
Magnífico artículo
 
Anónimo
Bien traído, gracias por ello.
 
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