Dicen que los héroes de verdad se mantienen en el anonimato. Las personas que han hecho bien a la humanidad pocas veces alardean de sus actos o logros.
Stanislav Petrov decidió no lanzar cientos de misiles contra EEUU salvando a la humanidad del aniquilamiento.
Aquel 26 de septiembre de 1983, el mundo estuvo a punto de acabar. En el búnker soviético Serpukhov-15, pasada la media noche, saltaron las alarmas. El sistema informático había detectado un misil atómico volando a 42.000 kilómetros por hora para impactar directamente en el territorio de la URSS. Luego las sirenas anunciaron 4 más. En la Guerra Fría parecía que se había encendido la mecha.
A cargo de supervisar posibles ataques nucleares, ese día estaba Stanislav Petrov, un teniente coronel de 44 años, recién cumplidos, de ojos claros y carácter sereno. Su tarea era verificar la amenaza y avisar a sus superiores. En el momento que lo hiciera, se dispararían cientos de misiles contra el país norteamericano que pulverizarían a su población.
Él decidía si aquella noche vivían o morían decenas de millones de personas.
“No había ninguna indicación acerca de cuánto tiempo teníamos permitido reflexionar”, diría años después a la cadena británica BBC.
Petrov se retiró al poco tiempo tras morir su mujer. El reconocimiento le vino veinte años más tarde, gracias a que el documental El hombre que salvó al mundo destapó su historia. Él continuó viviendo en su casita de un pequeño pueblo cercano a Moscú. Hoy el mundo se vuelve a enterar, tarde, de que el sereno Petrov murió el pasado 19 de mayo a los 77 años en el absoluto anonimato. En la casita del pequeño pueblo que habitaba desde que había dejado el trabajo.
En aquella época de odio, en la que el presidente Ronald Reagan calificaba a la Unión Soviética como el Imperio del Mal inspirado por las películas de Star Wars, Petrov decidió no hacer nada y su forma de actuar salvó al mundo. Cerca de 23 minutos más tarde, se supo que era una falsa alarma provocada por un extraño reflejo solar en las nubes. El sistema lo había confundido con misiles aproximándose.
Ese mundo al que ahorró un final temprano tardó en conocer su nombre. Los mandos soviéticos, temerosos de reconocer que su sistema fallaba, pegaron carpetazo a la historia. No solo eso, sino que también fue reprendido por no haber cumplido el protocolo. Se lo transfirió a un puesto de menor jerarquía. Y poco después se le dio la jubilación anticipada.
Fuente: aldeaviral.com