Las enfermedades y patologías son manifestaciones del cuerpo que nos indican que algo anda mal. Que se deben tomar medidas para mejorar lo que nos está afectando.
La hipertensión es una enfermedad psicosomática. Esto quiere decir que en ella están involucrados factores físicos, pero también mentales por lo que la relación entre las emociones y la hipertensión es posible.
La hipertensión se caracteriza por un aumento de la presión que hace la sangre contra las paredes de las arterias, más allá de los límites que se consideran normales. Millones de personas la sufren en el mundo. Aunque es más común en la mediana edad, se presenta también en cualquier etapa de la vida.
No se conoce la causa exacta que produce hipertensión. Además, esta enfermedad es crónica, lo cual quiere decir que se puede controlar, pero no tiene cura. Lo que sí puede tener es graves consecuencias. En los casos más extremos, da lugar a fallos cardíacos o derrames cerebrales.
Todos los expertos están de acuerdo en que los factores emocionales influyen mucho en el aumento de la presión arterial. Especialmente ante los impactos muy fuertes o antes estados emocionales en los que el estrés se mantiene. Algunos profesionales, como el investigador Luis Chiozza, van más allá y también le otorgan un papel muy importante a los procesos inconscientes como factores de riesgo o de protección para la hipertensión. Veamos en mayor profundidad cómo es la relación entre las emociones y la hipertensión.
La hipertensión y la ira
Franz Alexander es un médico que ha estudiado la relación entre las emociones y la hipertensión. Tomando como referencia los casos que ha tratado, llegó a la conclusión de que existía un vínculo entre la ira contenida o inhibida y esta enfermedad. En sus estudios destaca que los pacientes hipertensos suelen ser personas altamente sumisas y dependientes, que, al mismo tiempo, tienen dificultades para expresar un desacuerdo que se termina trasformando en hostilidad y rencor.
Según este investigador, la tensión que se produce entre lo deseado y lo que ocurre es lo que da origen a la hipertensión. Fisiológicamente, la contradicción entre la ira y su represión termina afectando los vasos sanguíneos.
Para decirlo en palabras que todos podamos entender, sacrificando un poco la precisión por la sencillez, podemos decir que lo que ocurre muchas veces en la hipertensión es que se contraponen dos sentimientos, que a su vez corresponden a dos procesos fisiológicos. La ira, que aumenta el impulso circulatorio, y la represión, que origina vasoconstricción. Esta tensión se incrementa y es entonces cuando tiene lugar la hipertensión propiamente dicha.
Mittelman y Reiser, otros estudiosos que coinciden con ese enfoque, han señalado que la emoción contenida puede generarse por diferentes motivos. Uno de ellos alude a los deseos frustrados de dependencia. En otras palabras, los enfermos han deseado que otro se haga cargo de ellos y esto ha resultado imposible. Otras fuentes de ira contenida son los daños a la autoestima, la sensación de amenaza por perder su posición o el desacuerdo con una autoridad a la que se teme, entre otras.
La hipertensión y el sentimiento de inferioridad
Viktor Von Weizsaecker, el famoso médico alemán, agrega a las anteriores explicaciones que el enfado contenido en la hipertensión básicamente se relaciona con un sentimiento de humillación. Indica que quienes la padecen sienten que no han llegado a donde querían en la vida y que la enfermedad es una manera de compensar la distancia.
En esa misma línea, el doctor Luis Chiozza señala que la hipertensión aparece cuando sentimos que la dignidad personal ha sido lesionada. En este sentido, la persona hipertensa percibe que ha sido tratada de forma injusta y experimenta una sensación de desvalimiento frente a las ofensas o los malos tratos que ha recibido.
Todos estos autores hablan desde una perspectiva psicoanalítica. Desde ese enfoque lo que se pretende es descifrar los síntomas inconscientes, que muchas veces aparecen en el cuerpo, como ocurre con las enfermedades psicosomáticas. Ven la enfermedad como el símbolo de una realidad inconsciente. Vale decir que todos ellos han sido fuertemente criticados por las corrientes positivistas, que ven sus planteamientos como pura especulación.
Más allá de todos esos debates teóricos, lo que sí parece es que los pacientes hipertensos, tratados bajo el paraguas de estas hipótesis, mejoran. Así mismo, muchos relatos clínicos muestran una relación entre las emociones y la hipertensión, en concreto entre las agresiones y las crisis hipertensivas. Por eso, quien padece de esta enfermedad bien podría preguntarse qué tan realizado y qué tan respetado se siente. Quizás en la respuesta a esa pregunta esté la clave para mejorar su salud.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com