Cristina inició un giro discursivo cuando apuntó a quienes la tratan de "yegua, puta y montonera".
En La Cámpora lo tomaron como una reivindicación y estamparon la frase en sus remeras.
Por: Santiago Oreggia
La decisión de Cristina se esbozó cuando les quitó protagonismo a los referentes de La Cámpora en los armados de las listas municipales y también a nivel provincial, algo que rompió con el temor de que la organización de Máximo Kirchner tuviera la lapicera en el armado, una costumbre de cuando todavía estaban en el poder.
El giro discursivo de Cristina -que quiere sumar peronistas en la campaña- se esbozó durante su última entrevista, cuando contó que le decían "Yegua, puta y montonera".
Lo curioso es que la ex Presidenta lo dijo como una crítica a quienes la insultan, pero en La Cámpora enseguida lo convirtieron en una reivindicación y en su último acto en Florencio Varela aparecieron con remeras y banderas con la frase estampada.
El problema para Cristina es que está decidida a sumar y no sólo a hablarles a los convencidos, por lo que piensa que estas cosas "restan".
Desde La Cámpora -donde todo lo que ella dice es ley- cree que algunos ni la oyen ni la entienden. "Se creen montoneros y los podría sacar de la Plaza a patadas en el culo", dice la ex Presidenta en sus momentos de mayor enojo.
Cristina sabe que las encuestas no le son favorables y -de no hacer un cambio abrupto en el segundo tramo de la campaña- podría quedar debajo de Esteban Bullrich en octubre.
Por eso, la candidata de Unidad Ciudadana plantea un "giro" en la comunicación y tiene un choque con los militantes que le manejan la línea discursiva.
Ella necesita abrir y sumar, hablar con todos, pero en La Cámpora se manejan como si estuvieran en el poder", reflexionó un dirigente en diálogo con este medio.
Además, cuando era Presidenta, Cristina tenía a sus funcionarios y otros intermediarios, pero ahora no tiene un filtro para regularlos y dicen que está fastidiada de sus manejos "sectar