7 Secretos sobre: cómo criar a un buen niño según los expertos en Harvard

 
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Cuando se tiene hijos, se quiere para ellos lo mejor, que crezcan sanos, fuertes, felices y siendo buenas personas. Pero nadie dijo que ser padre era una tarea fácil o que todos somos expertos. Es por eso que a continuación te presentamos 7 consejos para la educación de tus hijos según académicos de Harvard.

 7 Secretos sobre: cómo criar a un buen niño según los expertos en Harvard

1. Enséñales cómo controlar sus emociones.

No podemos controlar qué emociones tenemos, pero sí cómo actuar ante ellas. Algunas emociones básicas, como el miedo, la alegría o el enfado, las adquirimos apenas con unos meses de vida, es obvio que a tan corta edad es imposible que ningún niño sepa cómo controlarlas, es por eso que requiere de tu ayuda. Enséñale este truco estando calmado: respirar profundamente por la nariz, luego hacerlo por la boca, y contar hasta cinco. Si ves que tu hijo está enfadado o preocupado por algo recuérdale estos tres sencillos pasos y háganlo juntos, verás cómo pronto se calmará.

2. Enséñales a ser responsables de sus acciones.

Es en el seno familiar donde ellos aprenderán a discernir entre el bien y el mal, entre lo moralmente correcto y lo incorrecto. Habla con ellos de las responsabilidades de sus actos y de cómo afectan a otras personas y al medio ambiente, explícales cómo todos sus actos tienen repercusiones. Recuerda que una imagen vale más que mil palabras y sé un gran ejemplo para ellos.

3. Enséñales la compasión por los demás y a ayudar a otros.

Es primordial que los niños aprendan a sentir compasión por sus seres queridos, pero también por los demás. Enséñales a ser solidarios con las personas, a ponerse en sus zapatos. Habla de problemas mundiales, como los chicos que no tienen nada que comer, los que no tienen casa, los que viven en la pobreza. Ayúdalos a desarrollar un sentido de responsabilidad social.

4. Enséñale a ser agradecido.

Las personas que saben expresar su gratitud son más felices y saludables. Enséñale a dar las gracias, pero a hacerlo de corazón; a agradecerle a la abuela las galletas horneadas, a sus hermanos cuando reciba su ayuda y a ustedes por todo lo que hacen por él.

5. Enséñale valores.

Así como lo llevas a clases de deportes o música en las tardes y les das tanta importancia, hazlo con la educación en valores; estos son, al final, la base que lo guiará en su actuar por el resto de su vida. Inculca en tus hijos tus valores familiares y asegúrate de que actúen en base a ellos en casa, la calle y en la escuela.

6. Pasen más tiempo juntos.

No te limites a hablar con tus hijos de disciplina y buen comportamiento. Diviértanse juntos, salgan de viaje, horneen algo juntos, vayan al parque, juega con ellos, hazles saber que los amas. Un niño no sólo necesita, sino que quiere el amor de sus padres; disfruta con ellos y enséñales con tus acciones a ser una buena persona. Ellos serán niños por muy poco tiempo más y la oportunidad de disfrutar con ellos de esta etapa de sus vidas no durará mucho más, aprovéchenla al máximo.

¿Concuerdas con estos siete puntos?, ¿hay alguno con el que no u otro que te gustaría agregar? Dinos tu opinión en los comentarios.

7. Y sobre todo, demuéstrales cada día, tu amor hacia ellos.

Comparte este artículo con todos los padres que conozcas, un poco de ayuda no les vendrá nada mal, te lo aseguro.

Fuente: porquenosemeocurrio

Publicado en:

http://www.aldeaviral.com/7-secretos-sobre-criar-a-un-buen-nino-segun-los-expertos-en-harvard/


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Cinco cosas que los niños quieren decirles a sus papás, pero no se atreven

En: semana.com, Vida Moderna, marzo 10 de 2017, 23:02

La psicóloga Gloria Isaza recopiló los principales miedos y quejas de los hijos. Si no se corrigen pueden generar sensaciones de inseguridad y pérdida de confianza difíciles de reparar.

Todos los padres han escuchado o leído sobre lo que se debe hacer o decir frente a los hijos para que crezcan felices, seguros de sí mismos y capaces de enfrentar las diferentes situaciones que se les presentarán en la vida. Pero pocas veces, los adultos tienen la oportunidad de saber lo que ellos quisieran decir, pero no se atreven a hacerlo.

La mayoría de los hijos quisieran poder contar que algunos de los comportamientos les impactan, les molestan o les duelen, pero sienten miedo de cómo podrían reaccionar sus padres. Dicen “no me atrevo”, “se van a poner más bravos”, “no les va a importar” o “se van a poner tristes”. La realidad es que si los padres lo supieran, harían el esfuerzo de cambiar por ellos.

Sin embargo, hay que recordar que la única manera para que los papás conozcan lo que los hijos están sintiendo es que ellos puedan expresarlo con libertad. Es así como se construye la conexión emocional entre los dos, que es necesaria para que los niños se sientan queridos, comprendidos y valorados.

Estas son sus principales miedos:

1. "Siento miedo cuando te pones bravo"

Todos los papás sienten rabia frente a algunos comportamientos de sus hijos y reaccionan alzando la voz o expresando esta molestia con los gestos y con el cuerpo. En algunas oportunidades se puede llegar a perder el control, decir cosas que no son ciertas, pegarles o lastimarlos.

En ese momento los niños sienten miedo de lo que puede ocurrir, de que sus papás puedan hacerles daño. Este temor los puede llevar a paralizarse, quedándose quietos sin decir nada; a esconderse o refugiarse en otro lugar; o, a enfrentarlos como si no tuviesen miedo, tratando de explicar a sus papás lo sucedido o adoptando la actitud de “no me importa” con sus palabras o con sus acciones.

Poco a poco se va creando en los niños un sentimiento de inseguridad y desconfianza con sus padres, quienes dejan de ser la figura de protección que los entienden y corrigen amorosamente. El reto de los padres es que los hijos desarrollen los valores en su interior y no que actúen guiados por el miedo. En ese sentido, es importante abrir la puerta para disculparse con ellos cuando se pierde el control y se les hace daño. Así, ellos pueden expresar lo que sintieron en ese momento.

2. “Siempre estás en tu celular”

En esta era de la tecnología se corre el riesgo de ignorar a las personas que están a nuestro lado por estar conectados con quienes están lejos. Cuando los padres no paran de utilizar el celular en los momentos en que los hijos les hablan o los necesitan, ellos sienten que no son lo principal sino que nuestros amigos o nuestro trabajo son más importantes que ellos. Los niños quieren pedirles a los padres que dediquen un momento para poder contarles lo que sienten, necesitan o están viviendo.

Dar tiempo a los hijos no es solo estar presentes, es permitir la conexión emocional con ellos. Para lograrla es necesario dejar de lado lo que se hace, mirarlos y escucharlos con toda la atención. Solo así sentirán que lo que están relatando es importante y que son vistos, escuchados y tenidos en cuenta por sus padres.

3. “Escúchame antes de regañarme”

Todos los papás en alguna oportunidad han regañado a sus hijos sin darles la oportunidad de explicar qué fue lo que sucedió. Tal vez ese regaño ha sido producto de una equivocación en la interpretación de las cosas y por eso ellos pueden percibir que la sanción que reciben es injusta frente a lo que han hecho.

Mantener la calma y preguntar ¿qué pasó? antes de corregir, permite a los hijos sentir que son entendidos y tratados con justicia. Entender no significa aceptar lo sucedido, entender es ponerse en el lugar del niño, es dar valor a sus sentimientos y a su decisión, aun cuando no fuera la correcta.

La misión de los padres es acompañar a los niños en el proceso de desarrollo de la autonomía, hacerse cargo de si mismos y tomar sus propias decisiones. Al principio necesitan que las tomemos con ellos y luego que los apoyemos para que lo hagan solos. Equivocarse es parte importante de este aprendizaje y el camino para entender que cada decisión tendrá alguna consecuencia en su vida. Les ayuda a aceptar que está bien equivocarse, que los errores nos permiten avanzar y crecer, a desarrollar la constancia y el coraje para intentarlo de nuevo.

4. “Por favor no peleen”

Uno de los temores de los niños es que los papás peleen y se divorcien. Cuando escuchan o participan de sus discusiones y desacuerdos este miedo se activa, sienten temor de perder su familia, de quedarse solos y no tener quien los cuide y proteja. Cuando las discusiones tienen que ver con ellos se sienten culpables por causar las dificultades entre sus padres y ser una carga para ellos. Si las peleas son frecuentes pueden hacerse los dormidos o los distraídos para escuchar lo que está sucediendo entre sus padres e intentar hacer algo para que dejen de discutir y se quieran de nuevo.

Tratar de resolver las diferencias en ausencia de los niños y si no posible, explicarles que son temas de adultos y que ellos no son responsables de lo que pasa. Cuando se haya solucionado la discusión, es importante hablar con ellos para que sepan que se ha resuelto y recuperen la seguridad en su familia.

Así ellos aprenden que las diferencias hacen parte de la vida y que son necesarias para avanzar y crecer. También que lo importante es aprender a afrontarlas y resolverlas manteniendo el respeto por el otro. Los padres son los principales modelos de los niños y ellos aprenden así cómo resolver los conflictos.

5. “Me haces falta”.

Hoy muchos papás y mamás trabajan fuera de la casa y dejan los niños al cuidado de otra persona: las abuelas, las nanas… Mucho se ha hablado de la importancia de que la calidad del tiempo con los hijos es más importante que la cantidad y esto es relativamente cierto.

La relación se construye en la interacción, en las experiencias diarias de la vida, en la seguridad de contar con ellos en los buenos momentos y en los difíciles, en los abrazos y el afecto recibido. Trabajar no puede significar delegar esa relación en otra persona. Para construirla es necesario equilibrar los tiempos dedicados al trabajo y a la familia.

Publicado en:

http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/cinco-cosas-que-los-ninos-quieren-decirles-a-sus-papas-pero-no-se-atreven/518176


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Siete claves para tener hijos exitosos

En: semana.com, Vida moderna, 26 de noviembre de 2016, 17:32

El miedo de los padres al fracaso y al sufrimiento de sus niños cada vez es más grande. Estos son los principales errores que se comenten en la crianza y la forma de superarlos.

Cualquier padre de familia sueña con ver triunfar a sus hijos. La parte difícil es lograrlo con el balance perfecto que, según los expertos, radica en establecer expectativas altas e involucrarse en su desarrollo, pero sin irrespetar su autonomía.

Tristemente, en el mundo actual la mayoría de los padres ha optado por un extremo tóxico: ser sobreprotectores. Son los que hacen por ellos casi todo, los cuidan de no equivocarse ni tomar riesgos, y les exigen metas que poco reflejan las necesidades de los pequeños. El resultado son jóvenes tristes, estresados, ansiosos, frustrados y poco motivados.

1. Coma en familia:

Compartir el desayuno, el almuerzo o la cena es un punto de encuentro importante para las familias. Sin embargo, el agitado ritmo del siglo XXI ha hecho que este momento cada vez sea más escaso o que se haga de afán. Un estudio, realizado con cerca de 15.000 estudiantes de colegio y publicado en la revista BMC Research Notes, mostró que en las últimas dos décadas ha disminuido el porcentaje de niños y adolescentes que cenan con sus padres. Otra investigación publicada en JAMA Pediatrics reveló que solo el 30 por ciento de los adolescentes comen al menos siete veces por semana con sus familiares.

Lo anterior estaría afectando el núcleo familiar, pero, sobre todo, el rendimiento académico de los hijos pues cada vez es más sólida la evidencia científica que relaciona comer en familia con el colegio. Se estima que el 40 por ciento de los niños y adolescentes que lo hacen obtienen calificaciones excelentes y dedican más horas a leer y hacer tareas, mientras que quienes comen menos de tres veces a la semana con su familia tienen el doble de riesgo de tener bajas calificaciones escolares.

2. Evite tratarlos como “reyes”

El libro The Collapse of Parenting, escrito por Leonard Sax, generó toda una polémica en Estados Unidos. El sicólogo señala que los padres han perdido autoridad y hoy parecen más grandes amigos que padres. Por eso, se les llama papás BFF, sigla de ‘Best friends forever’, que traduce mejores amigos para siempre.

Para él, los papás colapsan en el oficio de criar cuando, para no polemizar con ellos, les dan rienda suelta a los hijos y les permiten de todo: comer pizza al almuerzo, irse a dormir a las once de la noche, ver televisión sin horario, no comer en familia. Todo esto sucede porque los padres están confundidos con su papel. “Hoy todo es una pregunta que lleva a que ellos tengan el poder de decisión: ¿crees que debes comer brócoli? o ¿piensas que es hora de ir a dormir?”.

Otra de las fallas de los padres de hoy, en opinión de Sax, es que les ruegan demasiado para que sus hijos hagan algo, como cuando les piden el favor de que se vayan a dormir, dejen de hacer ruido o los acompañen a una diligencia. Para Sax, pedir el favor es regalarles autoridad, algo que no se debe conceder. En un estilo de crianza sano una orden de los padres debería ser definitiva.

3. No sea sobreprotector ni intenso

La psicóloga clínica Madeline Levine publicó el libro Teach your children well, en el que critica duramente a los padres que tienen una visión del éxito basada solo en puntajes, trofeos y resultados, y dejan a un lado el bienestar y la autonomía de sus hijos. Cuenta que una señal inconfundible de los padres obsesivos aparece cuando hablan en plural sobre los proyectos de sus hijos, como por ejemplo, "estamos aplicando a la Universidad de Columbia".

Según el psiquiatra infantil Germán Casas, esta tendencia existe en todo el mundo y es producto de las exigencias de la sociedad de consumo. "Es un fenómeno sociológico y se caracteriza por padres que creen que sus hijos deben tener competencias excepcionales, porque de lo contrario van a fracasar en la vida", dice a Semana.

En su libro, Levine cita el trabajo científico de Carol Dweck, que demostró que los padres sobreprotectores no crían niños más motivados y exitosos. Quienes logran esos resultados son los padres que establecen expectativas altas pero respetan la autonomía del niño.

4. No les resuelva sus problemas

Julie Lythcott-Haims, abogada de la universidad de Harvard, escribió un libro que se volvió un fenómeno en Estados Unidos: How to Raise an Adult: Break Free of the Overparenting Trap and Prepare Your Kid for Success. En este la tutora de la Universidad de Stanford señala que uno de los problemas que más detecta en los nuevos estudiantes es la incapacidad de resolver sus problemas, en general porque sus padres siempre habían estado ahí para hacerlo.

El fenómeno no es ajeno a la realidad colombiana. La psicóloga María Elena López afirma que en general sí existe “una tendencia de los padres a mantener una atención de vigilancia permanente sobre los comportamientos de sus hijos, orientándolos hacia lo que deben pensar, sentir y hacer”, dijo a SEMANA. Esto se debe a que los papás tienen mucho miedo de que sus hijos sean vulnerables a nivel emocional. “Temen que la adversidad los tire a la lona”, dice López.

Y es que cada vez es más delgada la línea que separa la adolescencia de la adultez, pues muchos jóvenes entre los 18 y 22 años todavía no están preparados para moverse solos por el mundo. “El término que uso para referirme a ellos en el libro es ‘existencialmente impotentes’, que significa que los niños con papás sobreprotectores no tienen lo que necesitan para ser independientes”, dice Lythcott-Haims.

5. Asígneles tareas

Diversos estudios han demostrado que tienen más posibilidades de ser exitosos los niños a quienes se les exige más. "Si los niños no lavan los platos en donde comen, eso significa que alguien está haciéndolos por ellos", asegura Julie Lythcott-Haims, ex decana de la Universidad de Stanford en un famoso TED Talk. Para ella, esa lección de que sus deberes pueden ser resueltos por un tercero es en extremo nociva para el aprendizaje.

Para ella los valores esenciales para tener éxito en la vida laboral se desarrollan en la primera infancia. Así, los niños con las tareas del hogar aprenden a ser responsables y a sentir que pertenece a un equipo.

6. No los maltrate

Muchos padres aún utilizan las palmadas y castigos físicos como método de educación. Pero un nuevo estudio reitera que dicho hábito, en lugar de formar, resulta contraproducente para el desarrollo de los pequeños.

Investigadores de las universidades de Texas y Michigan, en Estados Unidos, analizaron datos de 160.000 niños y encontraron que los que recibieron nalgadas son más propensos a desarrollar problemas cognitivos, rasgos antisociales, desórdenes de salud mental y baja autoestima en la edad adulta. Y, por el contrario, no encontraron evidencia de que los azotes tengan efecto positivo alguno. Por eso recomiendan a los padres buscar otras formas de impartir disciplina. El estudio apareció en Journal of Family and Psychology.

7. Compre menos cosas y regale más tiempo

El exceso de juguetes y cosas materiales hace que los niños no desarrollen tan bien su imaginación como podrían. La mayoría de personas adultas recuerdan con nostalgia su niñez pues estaba llena de actividades en grupo y camaradería, pero esto se ha perdido en sus hijos.

Los investigadores alemanes Rainer Strick y Ele Schubert realizaron un experimento que consistió en retirar todos los juguetes de un salón de clases y dejar solo mesas y sillas. Después del aburrimiento inicial, los niños incorporaron estos elementos a sus juegos y terminaron inventando actividades con esos objetos.

Además de estimular su imaginación, en esta práctica los niños también aprenden a ser recursivos, pues tienen que resolver el problema de jugar con pocos materiales y objetos a la mano. Por eso también terminan aprendiendo el valor de la perseverancia y el reto que implica descifrar juguetes sobre los cuales no conocen su funcionamiento. Si el menor tiene múltiples opciones no se tomará el trabajo ni tendrá la paciencia de descubrir qué hay detrás de ese objeto desconocido.

Cuando un niño tiene un sin fin de alternativas para divertirse sus periodos de atención son muy cortos. Como siempre hay un juguete nuevo en línea de espera, los jóvenes no valoran el momento del juego y en cuestión de minutos pasarán a otro objeto. Por eso es muy común que, luego de la emoción inicial, los niños descarten y olviden los juguetes que pidieron insistentemente. Siempre será mejor compartir con ellos que llenarlos de cosas.

Publicado en:


http://www.semana.com/on-line/vida-moderna/articulo/recomendaciones-para-criar-hijos-exitosos/507012






Fuente: www.aldeaviral.com
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