La búsqueda de Dios en AINADAMAR del poeta argentino Guillermo Pilía

 
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El poeta Guillermo Eduardo Pilía acaba de publicar (Buenos Aires, Vinciguerra Hechos de Cultura, 2016)un nuevo libro, “Ainadamar”, en el que la búsqueda de Dios es una de las claves de su lectura. Así lo entiende la escritora argentina María Cristina Di Lernia en un esclarecedor ensayo.

La búsqueda de Dios en AINADAMAR del poeta argentino Guillermo Pilía

“AINADAMAR (“Fuente de las Lágrimas”) —afirma María Cristina Di Lernia—llega como un bello canto al desasosiego, a la culpa fútil, al dolor inexpugnable, calcificado en las profundidades de "la grieta"; grieta que sólo se hace visible y se potencia, en la miseria que los días instalan —irremediablemente— frente a los ojos de quien esté capacitado para verla, como surge del poema "Una flor que lenta morirá" cuando dice: "En las mesas de luz de los enfermos / se amontonan sin orden muchas cosas / con tristeza infinita... Objetos / que hablan de lo mucho o lo poco que le amaron... "
La escritora también observa “Interrogaciones a un Dios que aparece y desaparece para tormento del poeta: "Dios ahora es apenas esta imagen / que en las noches estrujo hasta dormirme / pero allá en el verano de mi vida, / en el tiempo inaugural de las cosas, / era Dios una mano que escribía / por mi mano... / ¿Cuándo se hizo pequeño? / ...¿Por qué ahora es apenas esta bruma, / esta niebla en la que canta un mendigo?". Lo alaba y provoca simultáneamente, sólo para probarse a sí mismo la unicidad inequívoca de Dios, a quien pedimos que haga "su voluntad... en la tierra" en la convicción de que coincide con la nuestra”.
“El poeta —escribió María Cristina Di Lernia— descubre que debe perdonarse y, —tal vez como símbolo de la limitación humana que hace sólo suya—, alude a la "aspereza" de sus manos reiteradamente, como quien se reconoce portador de lo mísero y lo divino, que plasma con singular belleza en el poema "Esa miseria en la que late lo divino": "...Tarde supe, Señor, / perdonarme mi propia humanidad, / mis manos ásperas, mis pies fungosos, / esa miseria en la que late lo divino".
“Esa "fisura de nacimiento", esa "grieta invisible" —afirma más adelante— toma dimensiones insospechadas en el sentir poético y se convierte en ruego de pacificación, aceptación y bendiciones a Aquél que todo lo puede. Es así que, verso a verso, desde una lucha visceral entre el amor y el odio, consagra tales sentimientos al mismo Dios en la angustiosa comprensión de la propia falibilidad, y las dificultades del humano para descubrir la felicidad como plenitud espiritual yacente en los hechos y las cosas cotidianas más sencillas, como dice en el poema "Yo no supe encontrarte en lo pequeño": "... Porque no supe / encontrarte, Señor, en lo pequeño, / en la lepra o en el granito de mostaza, / por buscarte en mi mentida pureza..."
María Cristina Di Lernia, que es también una destacada poeta argentina y presidente de la SADE Atlántica, cree que “El pasado es un destacado protagonista de AINADAMAR, obra en la que Guillermo Pilía pareciera traer al "hoy" los orígenes de un sufrimiento interior y anterior que, de alguna manera, expliquen o justifiquen la revelación de lo oculto en "la grieta"; ésa donde logró exiliarse pretendiéndola inmune al dolor, durante tanta vida no hablada sino por el sobresalto de la muerte, o por la poesía: "... Vamos/ por las sendas de un país de grandes ríos / como exiliados que no sienten ya dolor, / que no extrañan su patria" ("Como exiliados que no extrañan su patria"). Así, en una plena plegaria entre desesperada y mansa, comienza a ver el camino que se tenía vedado e increpa a Dios acerca de su imposibilidad de acceder a las señales y verlo en todo su misterio, en cada uno de los "perdidos senderos".
En otro pasaje de su trabajo, María Cristina Di Lernia sostiene que “La madre: "... Hoy has vuelto, madre, como cuando era un niño, / para arropar mi tristeza... " ("La muerte era palabra vedada") y el hijo, "...También, Señor, / yo fui este joven ignoto, fui como mi hijo, / caminando en lo oscuro con certezas / de mi propio destino y de sus hilos..." ("No sé si es mi hijo o soy yo mismo"), surgen en su poética como soportes amorosos ante tanta ausencia de certezas y ante tanto desencantamiento; presiden las luces del camino andado y del por venir, pero es el mismo sentimiento de culpa por no haber visto a Dios, quien llega para ofrecerle el perdón: "... Pero un día, entre laja y laja de aquel patio, / brotó alegre una matita olorosa / de menta o yerbabuena: una brizna de luz, / que con la yerba loca y la cizaña, / fui obligado por maldad a arrancar".
“La luz se va abriendo sobre el final del poemario —señala la escritora marplatense—, cuando toma conciencia de su falta de arraigo, y se detiene, no ya entre los aparentemente amigables contornos de "la laja", sino en la posibilidad de haber trazado un tránsito inmóvil sólo para sentir que, finalmente, "... el pecho se me ensancha” y un “gesto de mujer es la señal / de aún estar con vida...”: “Esta mujer que me despide en la ventana/ —que no sé si es sólo una o sin son todas— / ignora que tal vez estoy llegando" ("Resiliencia").
La escritora concluye que “en el último poema asoma el vestigio de la Luz, como un resplandor exiguo y memorable, como un abrigo inesperado y profético: "... Entonces Te sentí: / en la calma del Albaicín a medianoche, / en mi deseo de quedarme allí por siempre, / en los muchachos y su hermosa indiferencia" ("Fue en Granada, por mayo"). Porque AINADAMAR es un recorrido descarnado por los avatares de la fe, y la particularísima trama de un alma que se sublima en la voz inmarcesible del poeta Guillermo Eduardo Pilía”.
María Cristina Di Lernia es abogada y escritora, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores de Mar del Plata, miembro de la Fundación Argentina para la Poesía y de la Unión Hispanomundial de Escritores. Ha publicado numerosos y libros y obtuvo importantes premios, entre ellos los del Centro de Escritores Argentinos y Latinoamericanos. Algunos de sus poemas fueron musicalizados e interpretados por Roberto Vicario.
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