Esperar la fecha de realización del Encuentro o la Feria. Ingresar al recinto elegido para la celebración. Adelantar los pasos hacia el stand elegido al azar, por intuición o porque allí se encuentra algún amigo disquero. Saludar. Enfocar la mirada y ... revolver.
Sumergirse en la batea e impregnarse de música, de colores. Sentirse inmerso en el universo que genera estar en contacto con las portadas de los discos. Descubrir los "insertos" con imágenes de los intérpretes, de las cantantes y exclusividades que sólo se encuentran, a veces, en ediciones del extranjero que llegan a manos privilegiadas.
Ése es el momento. Estalla el vínculo inalterable y permanente con la producción musical en un formato que no se fue. Permanece inalterable para quienes hemos vivido su mejor época y lo trasladamos a quienes nos secundaran en la ceremonia.
Algunos recién llegan, curiosos y con ansias de respuestas que se formulan en preguntas que derivan en largas charlas con los propietarios de los discos. Y eso es también lo importante: la música, el disco, genera un vínculo también entre las personas. Un intercambio de información y conocimiento y también de descubrimiento.
Los discos de vinilo no se fueron. Aunque han salido al mercado re-ediciones de títulos , bandas e intérpretes de renombre, el LP del '80 o del '90 sigue siendo la joya preciada y codiciada.
Por esto, se vienen desarrollando diferentes Encuentros y Ferias locales en diversos puntos de la región donde convergen feriantes de distintas localidades de Río Negro y Neuquén, además de los que se acercan de distintas provincias cercanas.
Ya pasó la "Primera feria del Vinilo en Centenario", la reciente "Tercera Feria del Club del Vinilo" y se preparan tanto la nueva edición de Disco es Cultura en FisKe Menuco (https://www.facebook.com/events/273186236415657/) y la Primera Feria del Vinilo en Bariloche para enero de 2017 (https://www.facebook.com/events/694278064053119/).
Tenemos que agendarlas, pero aunque no lo hagamos, la inercia que provoca el placer de estar rodeado de la magia que provocan esos entes redondos de 7 o 12 pulgadas de diámetro guardados en sobres cuadrados de 30 por 30 centímetros, es única. Y nos lleva al encuentro.
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