Cuántos caminos debe recorrer un hombre,
antes de que le llames "hombre".
Cuántos mares debe surcar una blanca paloma,
antes de dormir en la arena.
Cuántas veces deben volar las balas de cañón,
antes de ser prohibidas para siempre.
La respuesta, amigo mío, está flotando (silbando) en el viento,
la respuesta está flotando en el viento.
Cuántos años puede existir una montaña,
antes de que sea lavada (arrasada) por el mar.
Cuántos años pueden vivir algunos,
antes de que se les permita ser libres.
Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza,
y fingir que simplemente no lo ha visto.
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
La respuesta está flotando en el viento.
Cuántas veces debe un hombre levantar la vista,
antes de poder ver el cielo.
Cuántas orejas debe tener un hombre,
antes de poder oír a la gente llorar.
Cuántas muertes serán necesarias,
antes de que él se dé cuenta,
de que ha muerto demasiada gente.
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
La respuesta está flotando en el viento.
Bob Dylan - Blowing in the wind
Nos acaba de sorprender gratamente la academia sueca con la otorgación del Premio Nobel de Literatura a uno de los más grandes cantautores de todos los tiempos: Bob Dylan, un defensor de los derechos civiles y un activista de las luchas contra la segregación racial y el apartheid, un pacifista que con cada una de sus canciones logró aglutinar a la generación de los años 60 y 70 en torno a conceptos de igualdad, libertad, fraternidad y paz.
Este premio es un giro al concepto de la misma literatura pues siempre se había hecho distinción entre el canto poético y la creación literaria. Lleva a las mismas letras a un plano bidimensional donde la palabra torna a su verdadero origen pues siempre fue música antes de ser impresa o grabada. Bob Dylan fue un icono de la generación rebelde, de los hijos de las flores, de los hippies y utopistas que pretendían crear un nuevo mundo en contra de los preceptos mercantilistas y economicistas de un modelo económico que empezaba a crear las más grandes inequidades en nombre de la libertad.
Sin duda alguna que es un reconocimiento extensivo a todos aquellos jóvenes que pintaron en su mente y en su corazón la posibilidad de una existencia fraterna y solidaria, los mismos que hoy pintan canas pero que no olvidad sus sueños de juventud y repiten una y otra vez esos sones que se grabaron para siempre en su corazón. Es, para regocijo de aquellas generaciones, una recordación de que otros mundos son posibles, que el hombre también puede ser ese paraíso que se pintaron en sus canciones y en cada uno de sus anhelos.
Dylan hace parte de esos inmortales que junto a Joan Báez y los cultores del folk le recordaron a la humanidad la posibilidad de superar viejos prejuicios que nos encadenan a la barbarie, a la guerra, a la muerte y a la opresión. Gracias a sus letras fueron posibles cantautores que llenaron el panorama musical con letras de justicia, paz e igualdad. Celebre su participación en Estados unidos junto al líder Martin Luther King cuando juntos expresaron tener un sueño que redima los pasos de la humanidad. Gracias a su irrupción en el mundo musical grupos como The Beatles lograron tomar un nuevo rumbo integrando las palabras paz y amor en sus conceptos musicales, rescatándolos de sus monótonos acordes que presagiaban un pronto y lamentable final.
Este premio es, también, la gran oportunidad que tenemos los adultos de acercar a las nuevas generaciones a la poesía, a la buena música, al compromiso social y humano que parece diluido entre los mercados capitalistas que borraron casi toda huella de humanismo. Sea para ellos, para esos viejos soñadores, este premio. Y para los jóvenes de hoy el gran reto de tornar a las verdaderas raíces. Un gran acierto de la academia sueca y la mejor oportunidad para decir a viva voz: “Cuántas muertes serán necesarias, antes de que él se dé cuenta, de que ha muerto demasiada gente”. Un grito que una vez más se hace escuchar para encarnar en el hombre ese deseo eterno de libertad y hermandad…. “Cuántas orejas debe tener un hombre, antes de poder oír a la gente llorar”.
Pablo Emilio Obando A.
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