La primera subasta de la colección de Alfred Taubman

 
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La subasta de ayer de Sotheby’s en su sede neoyorquina era un órdago a su propia suerte. La compañía ha perdido en los últimos tiempos el rebufo de su gran competidora, Sotheby’s, y su gran oportunidad para recuperar el lustre pasado venía de la mano de una de las figuras claves de sus días dorados: la venta de la colección de Alfred Taubman, un magnate de los centros comerciales que fue el principal dueño de la casa de subastas entre 1983 y 2005.

La primera subasta de la colección de Alfred Taubman

A pesar de la cercanía personal de Taubman, que falleció el pasado abril, con Sotheby’s, la casa de subastas tuvo que pelear con Christie’s para conseguir la venta. Convenció a los herederos del multimillonario con una táctica arriesgada: una garantía de más de 500 millones de dólares. Si la recaudación de la venta de la montaña de arte que amasó Taubman queda por debajo de esa cantidad, será un negocio pésimo y un nuevo signo de la debilidad de Sotheby’s.

Ayer la subasta fue una lluvia de millones, pero para igualar la garantía tenía que haber sido torrencial. Se recaudaron 377 millones de dólares, apenas por encima de la estimación proyectada por Sotheby’s y con precios decepcionantes en algunos casos. De la impresionante colección de Taubman, ayer salían a la venta las piezas estrella.

Entre ellas, la reina de la noche, el retrato de Paulette Jourdain, de Amadeo Modigliani, que se colocó por 42,8 millones de dólares en su primera aparición en una subasta. Taubman adquirió la obra de la galería Acquavella en 1983, y ayer se la adjudicó un coleccionista asiático. El cuadro tenía una estimación de 25 millones de dólares y será un antecedente interesante para la subasta de Christie’s de la semana que viene, que ofrece un desnudo de Modigliani por cien millones de dólares.

Otra gran noticia fue «Delaware Crossing», de Frank Stella. Se vendió por 13,7 millones de dólares, más del doble que el anterior récord en subasta del artista estadounidense. Es un momento dulce para Stella, que acaba de inaugurar una exposición en la nueva sede del museo Whitney en la orilla del río Hudson.

«Alfred Taubman dijo en una ocasión que su gran pena es que no estaría presente en la subasta de su propia colección», dijo al comienzo de la velada Tad Smith, consejero delegado de Sotheby’s. «Así que le hemos guardado un sitio».

Si el fantasma de Taubman ocupaba su asiento, quizá se retorció en él. Algunos lotes importantes, como un Jasper Johns y un Degas, no encontraron comprador. Y muchas obras prometedoras apenas cumplieron las expectativas. Fue el caso de los tres cuadros adjudicados por más de 20 millones de dólares: «Untitled XXI», de Willem de Kooning, vendido por 24,8 millones; «Untitled (Lavender and Green)», de Mark Rothko, que consiguió 20,4 millones; y ‘Femme asisse sur une chaise’, de Pablo Picasso, colocado por 20 millones. Las tres apenas sobrepasaron su estimación más baja, o quedaron por debajo.

No es el caso del De Kooning, que Taubman compró en 1977, solo un año después de que lo ejecutara el artista, pero muchas de las grandes obras de la colección las adquirió Taubman del propio Sotheby’s en los últimos años de su vida, lo que les hacía perder frescura para el mercado. «Compró sobras de las subastas, y el mercado es consciente de ello», dijo a «The Wall Street Journal» el marchante Richard Feigen tras la subasta. Al contrario, las obras que compró al iniciar su colección, como el retrato de Modigliani, adquirido en 1983, o la gran obra de Stella, que compró en 1982, fueron mejor recibidas ayer por los coleccionistas.

Quedan otras tres subastas -de menor importancia- para rematar la venta de la colección de Taubman, y Tad Smith quiso dar una muestra de optimismo tras conocerse los números de la velada de ayer: «Estoy contento con los resultados de esta noche, y, con todavía 400 obras más por venderse en los próximos meses, estamos en el camino de cubrir la mayor parte de la garantía». La última palabra la tendrán los coleccionistas.
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