Que la cizaña no arruine su trigo

 
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Dormirse porque se han hecho bien las cosas, no es una recomendable actitud. Hay que estar alerta, pues siempre hay por ahí gente cizañera que, con su accionar y carga de envidia, suele hacerle daño.

Que la cizaña no    arruine    su trigo

La cizaña tiene espigas anchas o planas y en sus granos reproduce componentes tóxicos, los cuales crecen de manera espontánea en los sembrados. Lo peor es que ella es muy difícil de extirpar.

Hay personas que son expertas y se ven como grandes cultivadoras de esa clase de semilla. La envidia, la amargura y el negativismo son los ‘abonos’ que se utilizan para que brote esa hierba y se produzca este penoso cultivo.

De manera desafortunada, eso vemos en la vida cotidiana. Solemos encontrarnos a diario con gente cizañera, esa que perjudica o atropella con chismes a sus semejantes.

Se ven por todos lados: en las oficinas, en las aulas de clase y en los vecindarios. No sé por qué, pero tienen la fea manía de aparecer por doquier.

Los cizañeros son expertos en mezclar siempre la verdad con la mentira. Se revisten con las apariencias y los colores de la amistad, de manera que pueden seducir fácilmente a los que se dejan engañar.

Algo más desalentador: cuando germina la cizaña en nuestro entorno, nos resulta muy complicado erradicarla. En los cultivos, al intentar quitarla los campesinos arrancan a la vez el trigo y terminan dañando la cosecha.

Por eso, crecer con gente tóxica, como de la que estamos hablando, hace que tarde o temprano uno termine contagiándose de sus malas vibras y, por ende, se estropea el ánimo.

Jesús decía, en una de sus parábolas, que cuando crecía la cizaña los segadores debían recogerla con cuidado para atarla en gavillas y quemarla. Luego sí se debía recoger el trigo de forma natural.

Sea usted como el trigo, nunca como la cizaña. Porque el primero de ellos simboliza la sabiduría y la realidad; mientras que la cizaña solo significa ignorancia y nocividad.

La cizaña se alimenta de apegos, desilusiones, rencores y deslealtad. Es preciso hacer lo que Dios nos ordena en sus escritos: ¡Separar con mucho cuidado el trigo de la cizaña!

Hay que alejarnos de gente así, entre otras cosas, para evitar que nos contaminemos.

Ojo: no quiero decir que marginemos a nadie, pues todos debemos aprender a perdonar y a dar un buen ejemplo de tolerancia. Además, en nuestro entorno siempre veremos el trigo y la cizaña, la bondad y la maldad, la justicia y la injusticia.

Lo que sí debe tener en cuenta es que la presencia de la cizaña no impide crecer al trigo como es debido, es más: puede crecer y fructificar rodeado de cizaña. ¡Podemos estar juntos, pero no revueltos!

Yo acostumbro a orar por aquellos que llevan la cizaña por dentro, para que algún día se preocupen más por el trigo bueno en el campo de sus propias vidas. ¡Dios lo bendiga!

La ‘mala hierba’

¡Tenga mucho cuidado con la ‘mala hierba’ en medio del trigo! En tiempos remotos, por allá en el Oriente Medio, le enemistad se traducía en agresivas acciones sobre los cultivos de los demás. Sembrar un campo con cizaña era una demostración de fastidio, de odio y rencor.

Esa es la cizaña que muchos ‘abonan’ hoy en su cotidianidad. Sus propiedades venenosas, entre ellas la de la amargura, se deben a que destilan malas vibras en su entorno.

Al principio los cizañeros no se muestran tal y como ellos son. Sin embargo, cuando convivimos con ellos cierto tiempo los podemos distinguir con facilidad, pues se delatan con su forma de hablar, de criticar y de actuar. Si encuentra gente así, no intente ‘digerirla’ porque se puede enfermar. Las raíces de los cizañeros se entretejen con nosotros y, sin quererlo, podríamos quedar atrapados en esas feas formas de actuar.




Fuente: www.vanguardia.com
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Comentarios más recientes
Katherinne Pérez
¡Genial! Es un consejo utilísimo
 
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