Consolar al triste

 
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Consolar al triste

Consolar al triste

Dios consuela permanentemente a los pobres y afligidos (cf. 1 Cor 14,3).
La tristeza es el terreno propicio para caer, cuando un alma esta triste, se vuelve más vulnerable y es momento propicio para ser tentado. El triste se desanima en su momento de dificultad, el triste no quiere buscar ayuda porque su tristeza se lo impide, el triste se siente que no es digno de nada. Consolar al triste es una obra de misericordia espiritual a la que somos llamados todos los Cristianos, la tristeza es un sentimiento, un estado de ánimo natural del ser humano que a todas las personas nos sucede, muchas veces han estado personas que nos han consolado y animado a seguir adelante dando el amor como misericordia, esa tristeza que se experimenta ha pasado, y al contrario se ha convertido en momento de ilusión y ánimo para perseverar en el camino y ver el horizonte por ello, debemos clamar e implorar misericordia sobre nuestros pecados y limitaciones, pues siempre tenemos la necesidad de contemplar este misterio de la misericordia (MV 2)., Pero que sucede con personas que están tristes y así estando tristes nadie las consuela, no tienen como sacar ese desánimo y terminan haciendo cosas desastrosas. Porque todos y en todo momento necesitamos de la infinita misericordia del Padre manifestada en su rostro misericordioso que es su Hijo Jesús (MV 1) ¡Por eso que importante es consolar al triste!

Es acción nuestra el cumplir esta obra de misericordia espiritual pero más que cumplirla, es que sea dirigida a Cristo, el mal que tengamos, el desánimo, la tristeza, todo esto debe ser dirigida a Cristo, nuestro maestro y el modelo al cual debemos dirigir nuestra vida y todas la cosas por la cuales pasemos pero, sobre todo, para vivir cada día la misericordia que siempre nos da el Padre (MV 25). Los cristianos nos asustamos y desalentamos por los males que pueden venir por la persecución de los malos, pero no olvidemos que pertenecemos a la Iglesia militante o nos hemos creído que ya habíamos llegado a la Iglesia triunfante. Hermanos somos de la Iglesia militante ¡con un capitán que, después de haber resucitado ya no muere más!

Jesús quiso padecer la cruz para salvar y redimir a los que están tristes, y quiere que los demás que están animados en El, cumplan con estos hermanos entristecidos la gran caridad de alegrar el alma para alejarlos del mal. No es malo sentirse triste y especialmente cuando estamos desanimados de ver tanto daño y mal del que padece el mundo y tantas personas que solo crean y provocan mal ; lo malo es cuando esa tristeza se desordena y se sale de nuestras manos y nos impide cumplir nuestros deberes y la misión que tenemos cada uno de nosotros. Por tanto, todas nuestras acciones deben estar impregnadas de la misericordia de Dios, es decir, de bondad, mansedumbre, paciencia y amor.

Dios consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados (cf. Is 49,13) con el afecto de un padre, el ardor de un novio y de un esposo y con la ternura de una madre y por esto llega a todos nosotros pueblo de su pertenencia su promesa, dijo San Juan Pablo II en su encíclica Dives in Misericordia tenemos pleno derecho de creer que también nuestra generación está comprendida en las palabras de la Madre de Dios, cuando glorifica la misericordia , de la que de generación en generación son participes cuantos se dejan guiar por el temor de Dios. Así pues las palabras del magníficat mariano tienen un contenido profético, que afecta no solo al pasado de Israel, sino también al futuro del pueblo de Dios sobre la tierra.

Somos en efecto todos nosotros fieles de la generación que vivimos hoy en la tierra experimentando su misericordia y su amor. Jesús es anunciado como consuelo de Israel y se reconoce como consolador el mismo dice “Bienaventurados los que lloran porque serán consolados (cf. Mt 5,5) El ofrece alivio a todos los que se sienten abrumados por sus pecados o por la enfermedad, los consuela y les da coraje el mismo les dice “Venid a mi todos los que están cansados y agobiados que yo les are descansar” (cf. Mt 11,28).

Cristo es la fuente de toda consolación, y en la Iglesia la función consoladora es esencial ya que atestigua que Dios consuela permanentemente a los pobres y afligidos, Este debe ser el testimonio de una Iglesia que quiere ser Madre, servidora, guía, consuelo y aliento para muchos es signo presente de Cristo en todas las realidades por las cuales el ser humano puede estar pasando. Cristo es Dios de todo consuelo que nos consuela en cualquier realidad hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.

Abriendo el corazón para aliviar, curar y sanar heridas: Hay tanto sufrimiento, pobreza, abandono y tristeza a nuestro alrededor, y con rostros concretos de personas. Nosotros no nos podemos hacer los que no sabemos nada de los demás sino que somos invitados a abrir los ojos a tantas heridas y sufrimientos de nuestros hermanos (MV 15), a estar atentos, y salir al encuentro, a curar y consolar con la misericordia, nunca pasando de lado o de lejos. La misericordia es sensible, compasiva, solidaria y siempre cercana. Debemos ser buenos samaritanos con la ternura del amor y la misericordia de Dios.
Si Dios a veces nos envía momentos tristes, es para que sepamos por experiencia propia lo que es estar tristes, y así tengamos un corazón misericordioso y compasivo con los que están abatidos y tristes y así como lo hace el modelo nuestro que es Cristo nos abajemos, y consolemos al hermano o hermana que está en dificultad dirigiéndolo siempre a Cristo y con la esperanza de que Cristo nos ama y es nuestra consolación.

Que Dios nos de su gracia para ser más misericordiosa, más servidores, más cercanos, capaces de lavar los pies a los demás y estar al lado de todos, asumiendo las mismas actitudes y sentimientos de Él. Que seamos, de verdad, misericordiosos y consoladores como el Padre celestial. Este es el rostro y el testimonio que siempre hemos de dar y que los demás esperan de nosotros.

Jason Alban Ulate Benavides.
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Comentarios más recientes
Daniela S.
¡Qué hermoso!
 
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