En estos días me estoy dando cuenta de como el odio pueda surgir desde un profundo miedo. Me refiero al miedo a ser descubierto. El miedo es la emoción más común entre las personas que mienten, ocultan o engañan.
El temor de que los demás se enteren sobrecoge el sujeto, pero, en el mismo tiempo es su salvavidas, porque puede ayudar al mentiroso para mantenerse alerta permanentemente y evitar de incurrir en el clásico error de ser descubierto.
La emoción pero tiene un componente de experiencia interna y un componente de experiencia externa. Así que si el sujeto se convence de poder enfrentar el “enemigo”, vale a decir quien podría descubrir la verdad, proporciona un comportamiento mas agresivo, surgiendo así la rabia. De hecho el miedo es una de las emociones más primitiva, debido a que esta orientado a la supervivencia del individuo; es una respuesta natural impulsada por el sistema nervioso cuando consideramos el enemigo demasiado peligroso.
En este caso la manifestación externa de la emoción produce comportamientos que el descubridor de mentiras avanzado notará en seguida, y si la ira se apodera del sujeto se cae en el odio, con la necesidad de culpar hacia la saciedad al que creo mi atacante. Entre las numerosas razones que llevan a sentir y expresar odio hay la inseguridad, frustración y ansiedad.
Lastimosamente hoy en día se usa con mucha facilidad esta palabra, pero también, se esconde atrás de comportamientos que se están volviendo hábitos en las personas.
Personalmente creo que deberíamos usar el odio para dar nacimiento a algo como ideas nuevas, soluciones alternativas y lucha en común hacia un mejor bienestar, porque al final del día es necesario entender que nadie tiene la razón absoluta, siempre tendremos puntos de vistas diferentes, pero, sin embargo, tenemos un solo espacio común donde convivir.
Fuente: esnoticia.co