La sabiduría que tuvimos en algún momento y que hoy ya la perdimos, es la de un niño. Ellos tienen una forma de ver la vida sin prejuicios, desde la más profunda ingenuidad, que es mucho más razonable que nuestra mirada. Por eso, la mejor manera de cambiar la forma como miramos a las personas con discapacidad múltiples es verlos con los ojos de un niño para verlos de una manera positiva.
Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea.
Nos los perdamos de vista, ellos nos enseñan y mucho.