Cuises Música que arrasa en Europa y también acá en Mataderos

 
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La música de cuises, que ha sido ejecutada en diversos escenarios del mundo, está ganando terreno en Europa, Asia, Oceanía, Australia y también en Latino-América y Argentina, además de en Europa y Francia.



Cuises Música que arrasa en Europa y también acá en Mataderos

Este género variopinto de composiciones cortas, de raíz folklórica, están de moda en guitarra, canto, acordeón y piano. Y también en acordeón, en acordeón a piano.
Pueden ver un texto antiguo y secreto sobre esta curiosa forma musical que aquí dejaremos para todos ustedes, Queridos Salchi-Amigos.

Diminuto Tratado para la Ejecución de Los Cuises.

a) Exordio.

La forma sonata es la más difundida, pero en estos años la forma cuis logró instalarse en los centros académicos mundiales (de incógnito).
Ha de saberse que los cuises para guitarra constituyen un género en sí mismos.
Considerando la importancia de llevar a cabo un análisis cuisicístico, decidimos hacer una revisión del Urtext. De esta forma, pudimos explicar con gran detalle las estructuras armónicas sin miedo a traicionar los manuscritos amarillentos y roídos, quizá por los mismos cuises.
Como dicen que no hay segundas partes buenas, vamos a desarrollar todo en un solo tomo aunque tengamos que resumir un poquitín (un poquitín nomás) algunas cuestiones centrales y determinantes. Tal vez, la síntesis degrade ésta obra monumental. Es un riesgo que correremos con la mayor indolencia.
Florencia Nuro y Josefina Ditta.



b) Los Cuises como Forma Compositiva:

Los cuises pertenecen al género cuis. Consisten, por lo general, en preludios que van mutando en estilos pampeanos y que, luego de un desarrollo caótico, devienen en valses, tangos, paso dobles o aires andaluces.



c) Objeto:

Como muchos han notado, y lo hicieron saber con insultos de todo tipo, los cuises no persiguen un fin estético. Son, según los entendidos, un alegato de la estructura de la digitación. En este caso, se podría decir que observan las buenas formas relegando el aspecto sonoro.
Ahora bien, para esta editorial, no sería un desatino hablar de una estética mecánica y lejanamente musical.


Aire viciado de imágenes.

El Viejo Criptón, mientras cebaba un mate, un cimarrón con yerba del tiempo e’ñaupa, les dijo a sus compañeros que el aire estaba compuesto por 21 partes de oxígeno, 78 de nitrógeno y 1 de argón. Ellos, el Doctor Neón y Don Xenón, asintieron y le recordaron que también otros cuerpos, aunque de escaso peso gremial, se incluían en su composición. Y como el Doctor Neón ya estaba esgunfiado, sin levantarse del banquito que ocupaba con eficacia, anunció su retirada con gran señorío, diciendo:
-Bueno, este cuerpito se retira…
-Momento… (dijo Criptón) les quiero contar otra vez lo de la partícula díscola.
El Doctor y Don Xenón, comprendieron que su suerte estaba echada. Tendrían que escuchar al viejo por la simple razón del buen proceder, el decoro, el pundonor y la moral estoica que pregonaban. Y, como si todo esto fuera poco, porque uno andaba atrás de la nieta y el otro le debía 32 mangos. Aparte, eran reconocidos pilluelos de siete o nueve suelas (según el mitógrafo que se consulte) pero penitentes al fin, aceptarían el castigo que Criptón, otro tunante y galopín de aquellos en sus años de mozo, se aprestaba a imponerles no sin cierta alegría.
La última adjetivación fue sólo para justificar el punto y aparte, persiguiendo un fin estético. No sea cosa que algún lector se fatigue la vista por tanta letra amontonada.
Ahora sí, librándolos del ripio discursivo, aunque no tanto porque, la verdad sea dicha, me pagaron por escribir una carilla completa, les contaré que ante la imposibilidad de darse a la fuga, debieron escuchar atentamente lo que transcribo a continuación:
“-La partícula díscola aparece una vez cada 72 trillones, con suerte. Y cuando pasa justo enfrente de la mirada de una persona, capta toda la luz de sus ojos y le hace ver una realidad paralela por uno o dos segundos.
Es como el Aleph Borgeano, pero más humilde y, según la circunstancia, peligrosa. Está más cerca del Oxolotl de Cortázar y de la Tramontana de García Márquez. Pero a pesar de semejante jurisprudencia hay escépticos y psiquiatras que refutan mi teoría. Dicen que no hay partícula descocada alguna, y que las visiones fugitivas son producto de ordenamientos sinápticos tardíos en las zonas más oscuras del cerebro. Según ellos, esas imágenes tan poderosas y persuasivas son instaladas por alguna neurona con berretín de zorzal, que pretende progresar en el escalafón y obtener una remuneración justa. Para mí son macanas de los científicos que, para poder diseñar un medicamento, necesitan que las alucinaciones tengan origen en el organismo descompuesto de algún parroquiano. La partícula díscola es externa y puede atrapar al más razonable de todos los seres. Si agarrara a un niño leyendo un cuento, no le traería problemas. Pero a mí me alcanzó cuando iba a cruzar la Avenida 9 de Julio (de José L. Padula). Vi un desierto, un tigre y una serpiente de dos colas. Sentí el sol del mediodía y corrí por el miedo.
Desperté en el Hospital Pirovano con una pata enyesada. El médico me recetó que respetara las normas de tránsito y cuando le conté lo del tigre y la serpiente llamó al psiquiatra.
Desde entonces tomo un brebaje diario para volverme escéptico.
¿Quieren que le eche un poco al mate?”

Nota de los Abogados del Autor: Es un cuento, no se lo vayan a tomar en serio, che.

La Foto de presentación, su puesta en modo Pop Art, pertenece a Sabina Borda.

www.facebook.com/sabinaborda



Fuente: www.facebook.com
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