Imaginemos la nada. Imposible. Pero tratemos. No hay ni espacio ni tiempo. Por ende tampoco hay objetos.
Consideremos un punto. No la representación de uno sino un punto real. Un punto es precisamente la ausencia de dimensiones. No tiene ni alto, ni ancho ni profundidad. Este punto es un espacio de cero dimensiones. Incluso ni siquiera estamos en condiciones de decir que "es" pues, al no tener dimensión, pareciera no existir. Pero imaginémoslo como "información", como un programa redactado en C++ que le da identidad. No es una "cosa". Es un espacio cero, sin tamaño alguno. Es casi, por así decir, un "concepto". Ahora imaginemos otro punto de iguales características: otro espacio de cero dimensiones. El hecho de que imaginemos un segundo punto presupone que ambos estén "ubicados uno al lado del otro" indefectiblemente. La distancia que los separa se llama línea y la denominamos "espacio de una dimensión" o "espacio que va más allá del espacio cero" o "hiperespacio 1-D". De una dimensión cero (0-D) hemos pasado a una línea de una dimensión: largo (1-D) la cual apareció forzosamente al haber imaginado dos pequeños puntos: como consecuencia se formó un universo 1-D infinitamente largo pero sin ancho ni espesor.
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Fuente: goo.gl