Cuando crees que ya lo has visto todo, los científicos descubren nuevas especies que, a veces, desafían el sentido común. Para aquellos curiosos que se maravillan con el increíble repertorio de animales que la evolución nos legó, les tengo una noticia: tenemos animales para un buen rato.
En esta oportunidad vamos a introducir una nueva especie de marsupial, perteneciente al género Antechinus. Como tantas otras especies salvajes, está críticamente amenazada, ya sea por la creciente deforestación o por su comportamiento sexual casi suicida.
Los animales pequeños no suelen vivir mucho tiempo y nuestro pequeño amigo ninfómano no es la excepción: suelen vivir 1 año antes de aparearse con cual hembra se le cruce. Los machos maduran rápido, hasta que en sus últimos días de vida comienza su conducta sexualmente frenética, tomándose solo un tiempo para dormir o comer algo. Como se imaginarán, la «orgía» no tiene un final feliz: su cuerpo se desintegra a raíz de su ráfaga testosterónica…
Para los biólogos que estudian comportamiento animal esto resultó fascinante. Inicialmente creían que los machos ejercían el suicidio como un acto de altruismo, dejando más comida y recursos para las hembras preñadas y su descendencia. En cambio, los investigadores ahora piensan que su agitada muerte está estrechamente vinculada con la competencia espermática, generando una carrera entre machos con el fin de distribuir sus genes en la mayor cantidad de hembras posible.
Es tal su sacrificio que, durante la cópula, los niveles de hormonas relacionadas con el estrés incrementa a concentraciones peligrosas. Unas semanas después de la maratónica cópula, el sistema inmunológico de los machos comienza a colapsar, dejándolos vulnerable para cualquier eventual infección. Sus cuerpos se desintegran poco a poco dada la escasez de nutrientes que conservan. Aunque diera impresión de que mueren en la miseria, la realidad es que nuestros amiguitos mueren con la cabeza bien en alto.
Estos simpáticos y viriles animalitos no son los únicos que tienen una tarea frenética: los investigadores, conscientes de la delicada situación del marsupial, están trabajando en su conservación. Como si fuera poco, son bastante selectivos con su territorio: solo viven en bosques altos, frescos y aislados. Su pequeño y específico nicho los vuelve una especie vulnerable a la deforestación, al cambio de clima y a eventuales brotes infecciosos. Esperemos que ninguna de esas tres amenazas se vuelva una realidad. ¡No se ustedes pero yo ya me he encariñado con ellos!
Además, esta especie y otras pertenecientes al grupo poseen un rol importante en el ecosistema australiano: varias especies angiospermas son polinizadas con ayuda de nuestro querido marsupial. Si por alguna causa la población de ellos se ve diezmada, la vida salvaje en Australia también se vería afectada.
Ojo científico
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Fuente: www.actualidad360.com
