06 febrero 2025
Aprendes a caminar solo cuando te das cuenta de que si te caes nadie vendrá a ayudarte.
Ser el más joven de mis amigos no siempre han sido ni son ventajas. En el noviazgo, en los estudios, en la profesión y ahora en la vejez, siempre iba y voy por delante de todos ellos, quiero decir que en todo y a todo empecé muy temprano y ahora... ahora sufro a diario las consecuencias.
A mis casi setenta y seis años de edad raro es el día que no me traigan alguna mala noticia sobre la salud de algunos de esos amigos ... es ley de vida, Enrique, me dicen todos, sí, ya sé, todos nos morimos alguna vez, lo que pasa es que a mí no me gusta la idea (la de morirme).
Mira - insisten todos - lo importante es que la muerte llegue sin dolor, eso es lo peor, Enrique. Ya, sí, lo sé, pero entre todos un poco y con vuestro pesimismo recalcitrante, me estais matando el ánimo y con ello la vida, sí, me estáis empezando a convencer de que lo mejor que me podría pasar es morirme de una vez.
Con tanto agorero y tanto enamorado de la muerte a mi alrededor, orino con miedo para ver si me sale sangre; veo en las heces millones bichos de color rojo, aunque no los haya; me veo las manchas en la piel de los brazos y de todo el cuerpo como si fueran a devorarme; cualquier dolor en la parte cercana a la zona prostática me hace creer que ya llegó la parca ... un horror.
Pero eso que a ratos me mata (la actitud del pesimismo agorero de la gente que me rodea), otras me sirve para recordarme que nací cuando nadie lo esperaba, cuando parecía que iba a vivir dos días o poco más y que el mundo para mí no sería, precisamente, un camino de rosas, por tanto, debo recordarme a cada segundo, a cada momento, que mi vida es sólo la mía, que nadie la ha vivido por mí y que debo seguir así, viviéndola donde mejor me dejen hacerlo, o practicar el adamismo, lo pensaré.
Fuente: etfreixes.wixsite.com