n pueblo llevado hasta las ruinas puede resurgir de sus cenizas, sí es que sus genocidas dejan de sugerir que siempre han estado dispuestos a realizar gestos de paz, sin siquiera considerar establecer un alto al fuego, que se requiere para la suspensión de las matanzas subsiguientes, estando todas ellas de antemano programadas, buscando actuar bajo el libreto establecido por los manipuladores de las intenciones que ya vienen enraizadas en los cerebros de los sicarios contratados, vestidos de soldados, utilizados para ejecutar al pie de la letra los asesinatos necesarios para borrar del mapa a sus contrarios, esos habitantes de unos territorios que tienen que ser arrasados, ya que son los requisitos para sus nefastos y nefandos objetivos.