Aunque no solo sucede en Colombia, pero este país es caso aparte, frente a la grosera y atrevida propuesta para elevar hasta el grado de representación cultural de una región el paisaje arrasado por parte de los dueños del monocultivo de la caña de azúcar, en el valle geográfico de la parte alta del rio Cauca, siendo apenas una pequeña muestra de la desvergüenza que tienen y exhiben los dirigentes políticos, en unión y en conjunto con los terratenientes que conducen los destinos de los departamentos del Cauca, Valle del Cauca y Risaralda, porque a través de ella simplemente están demostrando la falta de empatía contra quienes se ven afectados y sometidos a sus interesadas y particulares consideraciones, niveles de inconciencia y falta de análisis que aplican y poseen sobre todos los perniciosos efectos que este negocio está causando sobre el medioambiente, el clima, la atmósfera, los suelos, las fuentes de agua, la flora, la fauna y la naturaleza en general de un lugar que otrora era catalogado la despensa agropecuaria del país.
l que se atrevan a insinuarlo o lleguen a lograrlo, ante las evidencias de los numerosos deterioros, de por sí ya ocasionados, los cuales se pueden medir fácilmente, es sinónimo de una estulticia pública frente a la ausencia de justicia local e internacional, pues es bien sabido por la academia y la ciencia los efectos que produce y provoca un cultivo que requiere inmensos volúmenes de agua, hasta el extremo de la desaparición de varios ríos y fuentes de recursos hídricos, contando igualmente con los efectos directos que ocasiona el lavado permanente sobre los suelos, en cuanto son expuestos a altos niveles de riego, además de las quemas utilizadas por los ingenios azucareros con el falso argumento de protección de los corteros de caña, cuando son bien conocidos los cada vez más mecanizados métodos de corte, sin contar las consecuencias sobre la fauna microscópica y estructura físico-química de los suelos, estando así las cosas, no es desproporcionado ni ofensivo catalogar de sinvergüenzas a los gestores e impulsores de tamaña afrenta contra la responsabilidad social, medioambiental y contra la inteligencia humana.