Hay seres omniscientes pero ninguno es humano, los que apelan a clasificarse entre ellos apenas alcanzan a ser espejismos baratos que después salen caros a las sociedades que los persiguen sin conocer de antemano las versiones que tienen y llevan adentro de unas mentes frágiles y resquebrajables, susceptibles ante las tentaciones materiales de corporaciones inhumanas.