os fuegos amigos no son tales, tampoco se pueden disfrazar de surgir después de un juego inesperado, pues el que lleguen a ocurrir puede dar a entender, con cierto grado de certeza y sin tantas suspicacias, que son falsas las explicaciones de aquellos que aducen haberlos originados tras impensadas equivocaciones, porque lo han podido hacer por inconclusas inseguridades en contra de los directos afectados, acciones incrustadas en sus cortezas cerebrales, donde de antemano estaban inscritos los mensajes que les indicaban que lo tenían que hacer con sus propias manos.