18 agosto 2023
- Las noches de un viernes cualquiera de agosto, no son nunca noches cualesquiera, para los más veteranos son como la misma redención o como una escena romántica del ayer. Para los más jóvenes es, solo, una noche más, noche de móvil en mano y ropa ligera para lucir, descuidada pero cuidadamente escogida para poder mostrar todo tipo de vulnerables encantos.
- Ellos y ellas buscan objetivos parecidos. Los más jóvenes se citan a partir de las doce de la noche y los más veteranos, a partir de las nueve.
Hablemos de los veteranos:
- Todos se preparan para salir, para que su piel luzca más morena que nunca y sus peinados lo suficientemente preparados para que ofrezcan ese aspecto cuidadosamente despreocupado e informal con que, todos y todas, pretenden mostrarse ante sus followers.
- Los de las nueve, los veteranos, se van a tomar un picoteo y, ah, para ellas, nada de sepia plancha con ajo y perejil o gambas al ajillo, no sea que mate el encanto de algún roce inesperado.
- Ellos solo alcohol blanco para no lanzar inoportunos y desagradables, avisos de beodez como un vulgar dragón.
- Todos los veteranos se juntan en su ateneo de la danza de salón a partir de las nueve, las diez y los más divos a partir de las once, pero todos hacen cara de felicidad, de haber dejado frente al espejo del baño de casa, todos esos muchos años pasados a la sombra de las prohibiciones morales, sexuales y hasta intelectuales y ofrecen, ahora, ante la escasa luz de las salas del nocturno hábitat veraniego, sus mejores encantos, sus gracias y hasta alguna delatadora piel maltratada por el implacable reloj de sus desdichas y algún inoportuno foco discotequero.
- La gente parece que habla, pero no escucha, salvo cuando suenan las de Luis Miguel, Julio Iglesias o las del Gran Puma. Nadie reconoce su sordera, ni otras limitaciones, ni nadie explica que se van al baño, ellas, para ponerse taconazos y para echarse perfume, ellos, más a menudo pues su nuez urinaria no les ayuda y lo hacen por si acaso. Todos olvidan sus dolores, jaquecas y sus desdichas. Muestran y quieren mostrar, su mejor cara.
- Nadie se siente inferior y, la mayoría, pierde, por completo, el sentido del ridículo aumentando, eso sí, su autoestima, gracias a los grados de la copería que se va sirviendo, como no, con el estómago no muy lleno por eso de que no vayan a notar que la camisa, en ellos, se le sale del pantalón, y que se le marquen la lencería en exceso, a ellas, en caso de que la ropería se vaya ajustando demasiado.
La noche termina:
- Los veteranos más exhaustos, a eso de la una de la madrugada ya empiezan a desfilar iniciando el éxodo hacia la realidad de sus vidas, unos, o hacia una cita por descubrir, otros.
- Mientras tanto, los jóvenes acaban de empezar lo suyo y andan por sus lugares de poco gasto, escaso o nulo consumo, mucha botella grande, alguna playa oscura y perversa o buscando el más cañero after hour de la Playa, y, desde luego, derrochando mucha juventud y amor a borbotones por donde quieras mirar y no es extraño verlos apareados sobre cualquier hamaca de playa sin recato ni rubor alguno.
- Las noches de los viernes de un mes de agosto cualquiera, de un año cualquiera, de un tiempo cualquiera, son lo que son, lo que son y han sido siempre, mágicas.
@etarragó
Fuente: etfreixes.blogspot.com