01 marzo 2033
- Encontré a un viejo amigo, algo tumbado, al pie del Castillo de Santa Bárbara, estaba bien; viejo, pero elegante; desnudo de amores, pero luciendo sus viejas arrugas como un señor; sus hojas seguían frescas y acogedoras marcando el camino de la luz; la riqueza de su diálogo me hacía, siempre, volver hasta él para hacerle la misma pregunta cuando surgían las dudas, mes a mes, año a año, tal y como lo hacía Benedetti al terminar su "bienvenida": "Sé que voy a quererte sin preguntas, sé que vas a quererme sin respuestas"
- Él, sin que nadie pudiera oírle, me contestaba siempre: "Por eso vienes, Enrique".
- Pasé junto a él, no me reconoció ... pero al alejarme me pareció oírle decir: "Ya no te hace falta, Enrique".
Fuente: etarragof.blogspot.com