28 noviembre 2022
Está enroscada al costado de la piedra, perforando el aire con la hipnosis de su mirada. Inmóvil estudia cada movimiento de su presa. Su cuerpo extraordinario, lleno de músculos y veneno, tiene un solo objetivo: atravesar las sombras ocultas más allá de la memoria, donde viven los que reptan, los que comprenden el valor de la supervivencia.
No hago ruido. Quiero ser testigo mudo de una cacería impecable. Ni siquiera me atrevo a pensar, porque hay palabras que se asoman a los gritos y no la quiero espantar. Mi cerebro no tiene la coherencia necesaria para sumarse a la estupidez humana de huir. No quiero ser víctima y dejo de rumiar.
Comienza a desenroscarse lento. Es asfixiante de tan letal. Proyecto una cuerda para ahogar mis emociones que siempre están demás. Estira su cuerpo y empieza a reptar hacia el camino más largo, y se asegura la invisibilidad. Su presa come confiada, ni siquiera percibe la tensión entre su atacante y yo.
Algo la distrae y frena. Vira su huella y encara hacia mi posición. Mi corazón acelera al ritmo que mi cuerpo destila terror. Sabe que estoy. Sabe quién soy. Clava sus ojos en mis pupilas mientras me inmoviliza el baile de su lengua bífida. El viento a favor de su primera presa, la ahuyenta y ahora solo quedamos las dos.
Es hermosa. Hipnótica. Su mirada fija ha logrado paralizarme. No tengo salida: hacia atrás hay demasiada hipocresía, a los costados abismos interminables y hacia adelante el brillo de sus colmillos me lanzan el líquido letal llevándome al olvido.
Fuente: veccapreetz.com
