He sido un futbolero lo que tengo de vida, pero el mundial que se avecina
se jugará encima de canchas con cadáveres mal sepultados, por lo mismo
la pelota rodará ensangrentada y cada gol se gritará contra el dolor que
sintieron aquellos infelices que fueron sacrificados para brindarle
apariencia de poder a quienes hoy se aprovechan de un placer que era
común y popular, pero que ahora es la principal evidencia que señala e
identifica la avaricia individual como culpable, puesta en práctica por
parte de personajes sin moral y por corporaciones, aunque aparentan ser
globales representan poderes particulares que perdieron la hoja de ruta
hacia los fundamentos de una ética mundana que desprecia lo humano,
lo cual viene sucediendo desde el preciso instante cuando decidieron con
la usura usufructuar y acumular, a través de un juego, la riqueza terrenal
y la injusticia social.