En Italia se creó un importante grupo ilustrado en Milán.
En esta ciudad los hermanos Pietro y Alessandro Verri y Cesare Beccaria fundaron la "Academia de los puños", "Accademia dei pugni" en 1761 y una revista, "Il caffé", en la que se expresaban las opciones e ideas reformadoras más avanzadas de Europa.
El exponente más relevante fue Cesare Beccaria, que en su obra de 1764 "De los delitos y de las penas" condenaba el uso de la tortura y clamaba por la abolición de la pena de muerte, en tanto que práctica inhumana que ni permitía la redención del culpable ni proporcionaba ningún beneficio a la sociedad.
En los planteamientos de Beccaria (1738-1794) no hay motivaciones de carácter religioso, sino que son razones prácticas las que impulsaron la pluma del abogado de Milán, que también indicaba que el delito no debía ser identificado como una ofensa a la ley divina, ya que ésta no forma parte de la esfera pública sino de la conciencia individual de la persona.
Beccaria propone racionalizar las leyes con una definición del delito que no permita interpretaciones tendenciosas.
Las ideas de Beccaria tuvieron una gran difusión en Europa; su obra fue admirada por Voltaire y los enciclopedistas y tuvo mucha influencia en soberanos como Catalina II de Rusia, María Teresa de Austria, y sobre todo en el Gran Ducado de Toscana, donde en 1786 Leopoldo II abolió la tortura y la pena de muerte, siendo seguido posteriormente por su hermano José II de Austria.