Se es o no se es, no importa el día

 
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 Se es o no se es, no importa el día


15 septiembre 2022

- Se prometía un día tranquilo. Decidí ir a comprar tomates, higos, ciruelas, plátanos y lechugas del tamaño de una perdiz, que me pirran... y las compré.

- Me paro a leer los wasaps insistentes que por mi oído bueno me van llegando y pensé lo peor.

- No, no pasaba nada, solo mi amigo Lesmes (profesor universitario retirado y gran amante del purismo idiomático), que me dejaba una nota para que corrigiera algunos textos de mis blogs: "Enrique, como indica la Ortografía de la lengua española, el punto, la coma y el punto y coma se escriben siempre después de las comillas de cierre" (es como un látigo).

- Me fui al Hospital, tenía cita para recoger determinado informe vital en Neumología, el cual me era necesario para la renovación del carné de conducir que, de seguir así (ahora lo renuevo cada dos años) igual me lo hacen renovar cada año o cada mes.
- Y allí sucedió lo mejor y lo peor del día. Me encontré con Marisa, una vieja compañera de labor profesional, a la que le había perdido la pista desde, al menos, el 2006:

Hola Enrique, sabía que andabas muy mal (nunca nada más cierto-pensé) pero ... te veo guapísimo, estás hecho un chaval.

- Hablamos durante un largo espacio de tiempo sin que nos diéramos cuenta del tiempo transcurrido. Repasamos la mitad de nuestras historias, de nuestros proyectos, de nuestras obras en el "más allá" (lejos de casa), y hasta tuvimos tiempo de reírnos con grandes carcajadas al recordad cuando presentamos en el Don Pancho el Proyecto de Villa Corfú para Benidorm y se nos olvidó el DVD de presentación. Entre los dos, tuvimos que improvisar una sesión inenarrable con solo charla, algunos planos coloreados y muchos gestos, pero fue una gesta para no olvidar ya que fuimos felicitados por todos, incluso por el alcalde. Una velada para la memoria de nuestra historia común.

- Al rato, apareció una linda muchachita de unos dieciocho años que, acercándose a Marisa, nos sonrió y le dio un abrazo enorme a la vez que le preguntaba e informaba: "Papá está aparcando, pero ¿qué te han dicho abuela?"

- Marisa, antes de contestar, hizo el gesto de despedirse de mí, pero yo giré la cabeza como hacía mi querido Roque (el caniche más guapo que jamás nadie haya conocido) en señal de extrañeza y de "yo también quiero saber". Ella me miró, sus ojos se pusieron como cristal de ventana exterior en días de lluvia, bajó la vista y nos lo contó tras varios segundos de un largo silencio: "Es más que probable que tenga un cáncer de pulmón y es, también probable que esté en un estadio II ó III".

- Su linda nieta estalló en llanto sin poderlo evitar y se marchó en dirección a los aseos cuya puerta estaba a escasos metros de nosotros. Ella (Marisa), se levantó como pudo de su silla de ruedas, me miró y se abrazó a mí como si fuera la última vez que fuera a hacerlo. Noté que estaba llorando y yo no quería soltarla y no lo hice hasta que a los pocos minutos apareció un altísimo y bien plantado cincuentón, que me la arrebató mientras le decía a Marisa: "Mamá, me lo acaba de contar Anita ¿cómo no nos has dicho nada antes?"

- Y así concluyó mi mañana de hoy dándome cuenta de cuan frágil, caprichoso y débil es el hilo que nos mantiene atados a la vida. Me apliqué para ello, para recordarlo, esa vieja frase de Benedetti, "Se es o no se es, no importa el día".


Fuente: etfreixes.blogspot.com
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