Carlos II reinó entre 1665 y 1700 y murió a los 35 años sin descendencia.
El forense que analizó su cadáver dejó por escrito que su corazón era "del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua".
Aparte de la querencia exagerada de este médico por las metáforas, hay que señalar que Carlos II, conocido como el Hechizado, llevaba la desgracia en sus genes.
Los Habsburgo habían practicado durante generaciones una política de lazos matrimoniales basada en la consanguinidad: se casaban entre primos hermanos y sobrinas con tíos.
Era su manera de mantener los territorios unidos y evitar que otras familias se apoderaran de ellos.
Los expertos señalan que Carlos II tenía un coeficiente de consanguinidad de 0.254, el mismo que se da en matrimonios entre padres e hijas o entre hermanos.