Vibrando con ondas radiales, como si fueran hornos de microondas,
brotan de los cuerpos exhaustos, de los seres humanos, rutilantes rayos,
buscando iluminar cerebros electrocutados por fotones sin masas reconocidas,
proporcionándole a los cuerpos callosos que los contienen, impulsos virtuosos,
tratando de experimentar, a través de ellos, todas las labores pendientes por realizar
en medio de un planeta al cual se tiene próximo a colapsar.