07 julio 2022
– No amaneció ayer como un día cualquiera, no, las miradas estaban vacías de contenido, sin sentimiento … «Murió Anabel, Enrique» – me decía entre sollozos la más linda de las veteranas de Misa diaria, Doña María del Sarmiento, gran amiga de mi cura favorito y muy del "Soy Español y con un par" – y prosiguió entre otros más sonoros sollozos … «Era mi mejor amiga y viuda de ese gran hijo de excombatiente» … y yo recordé y debo recordar aquí, que el tal querido hijo de excombatiente lo fue en favor de un General de infausto recuerdo para los de corazón de tinte azafrán, cuyo nombre ocultaré aquí pues al fin y al cabo somos de lo que nos cuentan y siempre nos han querido hacer creer, más que lo que de realmente somos o debiéramos ser … y creer.
- Corto relato para el diario de un navegante que ya vivió el desencanto de haber llegado lejos en casi todos los sentidos, de no sentir nada cuando le hablan de ideales de un mundo que fue y que no es, y de no morir de amor más que cuando el alma lo reconoce, al fin y al cabo, como decía Sartre, "La vida no es más que una pasión inútil".
- No obstante, quizás solo nos quede eso tan deseado, siempre confuso y escasamente valorado, como es el "morir de amor", aunque para ello debamos flirtear con el alma y seducir a la razón.
- Por si me estuviera poniendo aburrido, ya que las secuelas del coronavirus no se me acaban de marchar de mi cuerpo de acero oxidado, voy a poner música (hoy, otra vez) que nos anime el alma, el cuerpo y el futuro, al fin y al cabo, el futuro siempre depende de lo que hagamos hoy.
- Veamos si puedes resistir mucho tiempo sin bailar, cantar ... o lo que sea, oyendo a los Bee Gees con una canción de las de siempre, la que será la música clásica de nuestros nietos.
Fuente: etarragof.blogspot.com