Ejércitos de hambrientos y además bulímicos se agazapan alrededor de la abundancia que acumulan pocos,
sforzándose por retener entre su imaginación, para entender por qué, la información que les constata
que lo que les hace falta está en poder de quienes lo acumulan todo,
dejándoles por fuera de una repartición que debe ser la tradición de una fortuna natural,
la cual ha construido, tras la evolución, un planeta constituido y conformado por una variabilidad perfecta,
aunque defectuosa en manos de quienes exhiben los motivos más absurdos y variados para exigirla como suya.