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13 enero 2011

- Recuerdo que un día, hace ya algunos años, (sería por el año 99), que tuve la suerte de poder asistir a la venta de una cosecha, o como se llame, de limones, en las que el vendedor y comprador, sentados en una mesa, en medio del huerto y con botella de vino “por medio”, iban, socarronamente, desgastando la negociación que no era otra cosa que una pura puja y regateo al mas puro estilo huertano. Ambos eran universitarios y con pelos blancos en las sienes, pero el escenario les había convertido en un elemento rupestre más de esa huerta ancestral de nuestros amores, en que parece que sus componentes son de pura madera desde el seso hasta el sexo. Impasibles y, aparentemente, inmortales, son las figuras de siempre de un mundo que para el que no lo conoce quizás le convendría hacerlo y cuanto antes.

- De toda esa ruda escena, lo más terrible de ella, de la escena, era comprobar el “inhumanismo” que comporta tener el seso de madera que muestran esos rudos negociadores cuando de tratar a los perros se trataba. Media docena de ellos atados con largas cadenas, piojosos y abandonados, eran los guardas de la huerta, ellos y la escopeta de cartuchos para elefantes que guardaba el vendedor encima de la puerta de su mansión. Lo curioso, lo más curioso, es que no estoy hablando de que eso sucediera en la Cumbre del Kilimanjaro, ni en el África más rural y ni siquiera en las áreas más perdidas del Amazonas, estoy hablando de una partida rústica a 5 km del centro de la Ciudad, increíble, pero cierto, pero aún es más cierto que la cosa, más de veinte años después, sigue igual, o eso creo.

- Cohonestar una vida muy dura y la habilidad negociadora con una vida de respeto al resto de los animales y entorno natural que nos rodea, debiera mostrar un comportamiento acorde a lo que ayer nuestro Ernesto llamaba "humanidad" pues en otro caso ya no mereceríamos esa condición.

- Un buen amigo, esta madrugada, me sorprende, una vez más, cuando entre chunga y chunga graciosa, me suelta una lágrima a secar, un lamento más de algo que nos negamos a ver, porque no tenemos tiempo. Este vídeo es el culpable de la redacción de estos párrafos de hoy. Por favor, si tenéis tiempo, no os lo perdáis.

Fuente: etarragof.blogspot.com
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