04 diciembre 2021
- La noche prometía, los amantes de la escapada nocturna de los viernes estaban sueltos, era la reinauguración tras el cierre por la pandemia, la pista hervía por el calor de los embravecidos bailarines y bailarinas, otrora reyes del flirteo, amor a escondidas y escapadas infieles.
- Era la noche de los "papá lleva el niño al colegio que yo tengo que ir encargar la fiesta de la primera comunión de la niña" o el "mamá quédate con los niños que llego tarde y este mediodía he quedado a comer con Eugenia".
- No, anoche era la noche de los viejos veteranos aún vivientes, era su noche, podían llegar tarde a casa pues ningún cariñoso descendiente les buscaría para que les contara un cuento o les pidiera que le hicieran una tortilla de patatas como solo sabe hacerla la abuela.
- Todos iban vestidos con sus mejores ropajes, maquillajes cargantes, zapatos brillantes, escotes atrevidos o pañuelos de seda en el cuello. Todo olía a nuevo, a colonia del ayer y a ropa recién salida de un armario. Abrazos prohibidos, besos con mascarilla, y mesas llenas de botellitas de gel desinfectante, anulando parte del encanto de la noche.
- Todos iban con su mascarilla adornada, se miraban, flirteaban, se dejaban admirar y hasta algunos se confundían de mesa, intencionadamente, en un alarde de querer interpretar una noche imposible de amor tardío.
- Pero la noche fue amable con ellos, les dio a la mayoría lo que pedían, baile, bebida a espaldas de su vigilante de salud y mucha charla que era hasta emocionante para todos poder hablar sin ningún ... "Papá, no bebas más que luego dices que te duele el hígado" o "Mamá, vente que tienes que hacerle la cena a los niños que nosotros salimos".
- La noche fue intensa, bailaron, se abrazaron, charlaron y algunos hasta se lanzaron palabras de amor, pero la mayoría fueron felices por la única razón de ser libres, de hacer algo distinto a la rutina diaria y por sentirse vivos, admirados y adulados.
- Era su noche, la de mis inconfundibles, únicos, queridos y viejos amigos de la viejoteca. Algunos repetían de modo casi inaudible un mensaje que oigo por muchos de esos foros a los que asisto sin desmayarme, sin perder respiración y que hasta me hacen sonreír, amablemente, mientras me despido: "Enrique, mejor morir, que vivir muerto".