EN BARRANQUILLA YA NO HAY CAIMANES, TAMPOCO BUENOS DIRIGENTES Y PRONTO NI SIQUIERA PUERTO

 
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Por enésima vez sale a relucir, como noticia, la confirmación de las críticas condiciones en que se encuentra el puerto marítimo de la ciudad de Barranquilla, a raíz de sufrir las consecuencias, principalmente en las épocas de intensas lluvias, inviernos o cuando cae cualquier tipo de aguaceros, sean estos pequeños o abundantes, ya que provocan una sedimentación permanente sobre el calado mínimo requerido para que los barcos de carga puedan atracar o partir normalmente en y de sus instalaciones, confirmando que la solución a sus graves y continuos problemas no es el dragado de los alrededores del puerto sino la reforestación masiva y la recuperación de las cuencas hidrográficas del río Magdalena y de todos los demás ríos tributarios, como igual se debe proceder en el resto del territorio nacional.
Seguir empecinados en enterrar millones de dólares, año tras año, a partir de utilizar sin sentido de planificación y programático recursos físicos y humanos, al considerar al dragado del río, y de la respectiva riada en la cual se encuentra localizado el puerto de Barranquilla, como la principal alternativa de solución sobre un asunto claramente relacionado con el deterioro de las riberas aguas arriba y de los respectivos afluentes del principal río del país, es simplemente un acto de estupidez, de soberbia, de corrupción, o de todos juntos, porque evidencia que no se está queriendo encontrar las soluciones definitivas, o porque se está matizando la poca visión y el mínimo interés por buscar los resultados integrales contra los problemas permanentes de un puerto, y los de una ciudad, que dependen en gran medida del correcto funcionamiento del mismo.
Es así como vemos que siguen corriendo las aguas bajo los puentes de la ciudad, igualmente pasando, uno tras otro, los gobernantes nacionales y locales, y todos siguen enfrascados y empecinados en creer que dragando los cauces del río y los fondos del puerto son la única manera de solucionar un problema estructural, basado en soluciones ambientales y naturales que exigen unas programaciones continuas, planificadas y técnicas de reforestaciones masivas sobre toda la cuenca hidrográfica del río, desde donde nace hasta donde desemboca, sin que entonces se quiera insinuar que de esta manera vayan a desaparecer los sedimentos definitivamente, ya que hacen parte y son complementos de los procesos de escorrentías de las aguas lluvias por los suelos, y de las que terminan siendo arrastradas por las pendientes y los cauces, pero si se puede asegurar que el porcentaje de los mismos disminuirá de forma mayúscula, haciendo de los dragados una labor secundaria a los problemas de los calados requeridos para que los grandes buques de carga y contenedores puedan llegar a atracar y a partir desde el puerto barranquillero.
Solicitar que se abran los ojos y las mentes de los dirigentes, quienes sentados y apoltronados desde sus lujosas oficinas no reaccionan ni actúan con inteligencia ni diligencia no es nimio y sin importancia, ya que se requiere que tomen juicio y asuman las responsabilidades que se requieren ante una realidad que en el puerto de Barranquilla no se deja de repetir, aunque también debemos admitir que es algo parecido, o muy corriente, con lo que ocurre en todas las actividades y partes del país.
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