12 septiembre 2021
- Oía, al punto de la sorpresa por el escaso sigilo con que lo hacía, las revelaciones amatorias de un maestro del Instituto vecino, puesto a amante de una compañera mucho más joven que él, con ese clásico lamento ... "No, no dejaré a mi mujer ... al menos de momento". Ella se puso a llorar y yo no sabía dónde meterme pues casi rozábamos nuestras sillas. A ella se le cayó el café sobre la mesa, a él se le escapó un chasquido y con un te quiero indefinido y torpe, se levantó y se marchó. Ella me miró, le pregunté si podía ayudarla y ella sabiendo que podía haberles escuchado, me dijo: "Nadie puede ... son solo promesas escritas sobre el agua, tan inconsistentes como efímeras".
- Recordé que hace muchos, muchos años, en un día tan señalado como el de hoy, me levanté, (tras un sueño reparador), fresco como nunca, mente despejada, alma en vilo y ansias por comerme el mundo ante un nuevo proyecto profesional. Hoy, quizás demasiados años después, tengo la misma sensación ... quizás sea porque nunca supe, ni quise, escribir encima del agua …
Fuente: etarragof.blogspot.com