Dicen, quienes creen saber, que estamos frente a las puertas de un infierno terrenal, pero aun con sus alertas, muchos, por no decir las mayorías, creemos que ya en vida lo estamos padeciendo y viviendo, a partir de la imposición de unos fundamentos, elaborados en base a unos sistemas financieros, ya sea a través del capitalismo o del mismo comunismo, pues ambos sistemas se sostienen simplemente con cifras y conceptos en tropel, alejados de la mismísima realidad, que a diario viene dando muestras a granel de la precariedad, que a raíz de ellos, en la que estamos cayendo todos los humanos, los privilegiados y los demás, pues las consecuencias de nuestros actos inhumanos no paran de hacer mella sobre la naturaleza de nuestro único planeta, acumulándose desde el mismo instante que aparecimos en la escena de la evolución universal, como una especie supuestamente llena de privilegios, a partir de un cumulo de diferencias biológicas, sobre todas las demás especies y actuando paralelamente, con ellas, en contra de nosotros mismos y de ellas.
Sin embargo, estas diferencias poco o nada nos han servido, pues el avance de nuestra especie ha venido acompañado por la destrucción de los pilares en los que está basada la naturaleza entera, haciendo de nuestras necesidades básicas la propia llave que abre, cada vez más de par en par, esas puertas que permite nuestro ingreso hacia ese infierno anunciado por tantos expertos, y hecho y vuelto realidad por las ideas que surgen desde nuestras supuestas inteligencia y conciencia, con las que no paramos de chocar contra las reglas universales, postuladas, investigadas y declaradas por muchos pero ignoradas por la mayoría, no poniéndolas ni manteniéndolas en práctica, las cuales nos exigen tener una relación permanente y en directa armonía con ellas, como igualmente con todas las demás especies que existen sobre este planeta, y con el cosmos en general, aunque nuestros conceptos se creen y se concreten sobre fundamentos económicos, políticos y religiosos, ajenos a esa realidad natural, con las consecuencias que las evidencias demuestran, o sea teniendo y manteniendo un planeta en continuo proceso de destrucción de todos sus recursos naturales, incluyendo en ellos al aire, al suelo, al agua y a la vida en general, con un calentamiento atmosférico y global incontrolado y desbordado, con nuestra propia especie sufriendo todo tipo de inequidades e injusticias sociales y ambientales, con ciertas personas o individuos llenos de privilegios, manteniendo una plena convicción que sus actos no traen ni tienen consecuencias, a pesar de los millones de ejemplos desgraciados por ellos y sus corporaciones e industrias; con naciones ansiosas de adquirir y sostener un poder material, intelectual, religioso, tecnológico, financiero, cultural y terrenal, a pesar que en nuestra historia, como supuesta especie inteligente, van quedando registrados sus fracasos permanentes, con los cuales van dejando las marcas que tienen al planeta sufriendo el desbalance natural que tiene heridas de muerte a todos los tipos de vida surgidas a partir de un big bang evolutivo, como igual a las sociedades que se forman alrededor de esas ideas o fundamentos humanos, sin poder aceptar, ni siquiera analizar, las causales que los provocan, y que tienen a la Tierra en la antesala de ese publicitado infierno, el cual estamos edificando, entre todos y todas a diario, con nuestras actividades, de espaldas a la naturaleza.