22 agosto 2021
- Desde que pretendemos vivir nuestra vida y empezamos a necesitar espacio libre para habitar en total libertad, buscamos primero ese nido que nos permita no tener que decirle a nadie si vamos a llegar tarde. Lo ampliamos después, (con otra hipoteca), para compartir libertad con familia propia y finalmente, cuando aspiramos a tan sólo sobrevivir, volvemos a buscar un nido reducido donde olvidar penas, lamer las heridas obtenidas en la batalla profesional y social, y mantener de modo compatible, la soledad del guerrero con la fuerza y premio que supone disfrutar de los descendientes más enanos.
- Pero una cosa es buscar ese lugar ideal y otra conseguirla, me dice el grupo de jóvenes y ásperos comentaristas en la charla matinal de esta madrugada en la Parroquia del Santo Convento.
- No queriéndoles contestar con acritud, ni tampoco con ligereza, tengo que decirles y les cuento, que el lugar ideal no es el que está en un lugar ideal, ni en ese lugar soñado junto al mar viendo el sol naciente de madrugada, en una solitaria pradera llena de flores o en un fiestorro de sexo y alcohol de cualquier fin de semana, no, no creo que sea eso, el lugar ideal es el que puedas estar con esa o esas, persona o personas que quieres y amas, pues lo importante no es el sitio, es con quién estás y cómo. Tras un silencio atronador, lo peor ha sido que ninguno de ellos me ha dicho nada, dejándome en la duda de si no querían o no podían decir nada. Bueno, hubo un comentario que hizo reír a todos y que más bien era una pregunta: ¿Has dicho sexo y alcohol en un fiestorro? - No, he dicho con quién y cómo - contesté.
- A veces interpreto, seriamente, que hay dos formas de entender cómo se debe vivir la vida por parte de mis congéneres, la mala ... y las otras. La edad hace que tiendan a una u otras, de forma inesperada, poco cuerda e inimaginable, es decir, según su grado de locura e inversamente proporcional al tiempo de vida que les queda.
Fuente: etarragof.blogspot.com