Tuve la fortuna de visitar al pedagogo y pintor Luis Alberto Martínez, quien obtuvo hace pocos días un doctorado en la Universidad de México. Nos sorprendió con sus trabajos pictóricos, producto de una praxis de teorías conducentes a enfocar de una manera diferente y novedosa el desarrollo cerebral.
El cerebro es elástico y plástico en sus procesos de aprendizaje. Los talentos están en cada ser y no únicamente en los privilegiados por la la naturaleza o la biología.
Hace cinco años decidió probar en sí mismo sus propias teorías sobre el desarrollo cerebral y neuronal. Como resultado obtuvo una impresionante capacidad para la pintura y la música.
La escuela cercena y castra por cuanto nos impone modelos rígidos y estereotipados que nos convierten en seres opacos y grises, carentes de verdaderos talentos, artísticos y creativos. En consecuencia se hace necesario impulsar nuevos estilos, modelos y formas de educar.
Discípulo de científicos como Rodolfo Llinas, conoce profundamente sobre la manera como el cerebro aprende y desarrolla todo su potencial. Los caminos del aprendizaje requieren una revaluacion pedagógica, científica y biológica.
Fue su propio laboratorio al someterse a sí mismo a retos en aquello que le apasionaba. Como producto de ello plasmó en lienzos unas obras que demuestran su gran convicción en sus propias teorías.
Lo bueno es que todos tenemos esa plasticidad cerebral, los talentos están en nosotros, escondidos, guardados, acechandonos en algún rincón de nuestra psiquis en espera de una oportunidad para expresarse.
Se hace necesaria una nueva mirada a la educación, a esa forma obsoleta de impartir conocimientos a las nuevas generaciones. Para ello se requiere de mentes lúcidas y preparadas como la de LUIS ALBERTO MARTÍNEZ, un doctor en la acepción real de la palabra.
