Nadie puede negar que el carcinoma de la Tierra es la propia humanidad,
a cual viene, desde hace rato, carcomiendo su tejido epitelial,
dejándole expuestos, por la herida que le forma, sus recursos naturales,
los cuales tienen la función orgánica de actuar como si fueran los músculos del planeta,
desbaratándole, por lo mismo, su armazón, convirtiendo su esqueleto en objetos materiales
que después se venden al mejor postor, para luego desecharlos al programar su obsolescencia.