Pareciéndonos a un ciempiés, dejamos marcados nuestros rostros
sobre la piel de un planeta que se ha ido quedando sin rastros,
en cuanto en sus dehesas buscamos con ahínco las presas
que sirvan para alimentar nuestras bajezas,
que tanto han caracterizado a una especie,
la cual, no ha tenido la grandeza que supone poseer.