Vuelan, por los aires, millones de pedazos
de innumerables neuronas que tuvieron que explotar,
en cuanto el ser humano conceptuó
el significado de su presencia en el espacio,
el mismo que está comprendido entre el big bang inicial
y el que ocupa ahora, dentro del universo que contiene sus ideas,
al mismo tiempo que tiene que soportarle las acciones que realiza.
Las mentes más brillantes de la especie humana, mientras tanto,
están quemando sin descanso la materia gris que poseen
entre sus masas cerebrales,
utilizando la poca inteligencia que aún les queda,
esforzándose en descubrir el secreto que oscurece la luz
que parecía iluminar un avance evolutivo,
sobre la faz de un planeta que involuciona
hacia los parámetros similares al inicio, desde esa gran explosión,
cuando una energía surgió de la nada,
siendo hoy la misma ecuación que se pega como lapa a la piedra,
para intentar, con esos esfuerzos personales,
reconstruir la vida que se apaga.