Está llena, la breve historia humana, de cuentos, mitos, fabulas y leyendas,
a partir de la antigua Babilonia, o como las narran también
desde la vieja Roma, desde Londres, Beijín, Tenochtitlan, El Cairo o Paris,
y hoy en día, se realizan desde Abudabí, Moscú, Los Ángeles,
Tokio, Buenos Aires, Bogotá, Santiago o Nueva York,
haciendo referencia en ellas de la existencia de unos cuantos seres humanos,
pretenciosos por querer ser emperadores, príncipes, presidentes, reyes o mesías,
descendientes directos de unos dioses prepotentes, poderosos pero ausentes,
que ellos mismo han creado para que les avalen sus fuerzas,
igualmente, esas historias narran la presencia de reinos e imperios,
de países que se crean sin decencia ni sosiego por doquier,
confirmando la obsesiva permanencia de unas ideas ofensivas,
con las cuales, remarcan que no existe calma entre las tramas de dominio y poder,
creadas, promovidas y patrocinadas por personas que deducen su influjo
sobre unas hordas de seres con las que luego expanden su reflujo,
a través de una sed de poder con la que desuelan al planeta Tierra del saber.