Ni el tiempo físico, mucho menos el mental,
tienen cabida en la cronología evolutiva del universo,
son meras referencias individualistas del ser humano,
haciendo daño en la conciencia corporal
de quienes ven en ellos el punto de partida de sus vidas.
En el espacio del cosmos no existe el tiempo,
éste es una mera invención humana,
que emana de la concepción mundana
de unas magnitudes dimensionales de la energía,
en cuanto la masa de los cuerpos, presentes en el vacío espacial,
provocan unas fuerzas multilaterales que exceden sus principios,
dando pie al inicio de la nada, característica del todo,
que en el espacio universal no tienen contención, ni la nada ni el todo,
siendo allí partículas eternas, ilimitadas e infinitas,
que le dan cierta forma a la energía que deforma a la materia del universo.
Seguir creyendo en los conceptos humanos del tiempo y del espacio
nos está dejando vacíos en las formas de ver y sentir la vida terrenal,
la cual, siendo atraída por la gravedad de la materia,
encuentra en el núcleo de un electrón la fuente del fundamento de su muerte,
final universal de la evolución infinita y sin principio,
de la que sólo hacemos parte y partimos.