Pretensiosos, como somos los humanos, queremos cambiar lo inmodificable,
ncapaces de entender que ante la metamorfosis de las fuerzas
que controlan al universo apenas somos partículas inmutables,
inestables, invariables y en esencia sometidas al rigor de su potencia.
En el plano personal, cada quien, pretende saber más allá de su propia razón,
sintiendo en el corazón una seguridad que no tiene ante las leyes de la vida,
aunque valide en su interior la intención que asume cada día,
creyéndose superior al papel que nos ha dado la naturaleza,
donde a duras penas somos una pequeña fuente de energía,
la cual, al desprenderse del plano individual,
puede producir minúsculos efectos en el mundo general, pero,
para sumarse a las fuerzas que caracterizan al desorden,
en el que al final domina el caos universal.