El fue una luz de speranza en un tiempo oscuro: Sir Nicholas Winton salvó a 669 prisioneros judíos de la muerte que por aquel entonces se encontraban en Checoslovaquia en un campo de concentración. Muchos de los rescatados eran apenas niños y jovencitos. Décadas después Sir Winton vivió una vida en absoluta reserva y discreción hasta este día especial.
La cadena de televisión Británica BBC reveló en el año de 1988 esta historia y quería que el héroe “escondido” después de tantos años tuviera un merecido reconocimiento.
Es por esto que invitaron a Sir Nicholas Winton a sus estudios y lo ubicaron en la primera fila del público. Pero los lugares alrededor de él fueron ocupados por unas personas muy especiales.
Entonces el presentador del programa empezó a preguntar sobre la lista de personas que tenía, que habían sido sacadas fuera de ese territorio y salvadas de la cámara de gas. Una de estas personas, que por aquel entonces eran niños estaba sentada justo al lado de su salvador.
Y cuando este héroe se enteró que estaba sentado junto a ella, se le hizo un nudo en la garganta y fue imposible ocultar sus emociones. Las lágrimas corrían por las mejillas de ambos. Pero ese no iba a ser el momento más fuerte y emocional de la noche.
Entonces cuando la cámara enfocó al público tras de él, la presentadora del programa pidió a los presentes que hubieran sido rescatados y le debieran la vida a este hombre que se pusieran de pie.
Y fue de repente, cuando muchas de las personas presentes se pararon aplaudiendo. Muchos sonreian agradecidos, otros lloraban de la emoción. El hombre en medio de ellos, Sir Nicholas Winton estaba tremendamente impresionado.
En realidad en toda su vida, jamás conto con que algo así pudiera llegar a sucederle. Con el paso de los años, el recuerdo de su acción había ido desvaneciendose un poco, pero solo se necesitaba esto para sacar de nuevo todo del baúl de los recuerdos. Las lágrimas brotaban, pero nadie se avergonzaba por esto. Todos sabían quién era el hombre que había salvado 669 vidas humanas de una muerte segura: ¡Sir Nicholas Winton!
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