11 noviembre 2020
-Al despedirse, esta madrugada y tras una larga charla sobre quien dirige la cosa de los políticos, que no de los administrados, mi amigo Arturo me dice: ¡Enrique, te has convertido en un “progre arqueológico”, eres como ellos! – y luego empezó a soltar esa muy suya, sí, su carcajada grosera, cuasi tabernaria y cuasi cuaternaria, pues con dos mistelas a las nueve y media de la madrugada, ya es cosa de seguidores del Real Madrid 2020/2021.
-Me quedé sentado, café en mano, meditando. La Loli me miraba con cara de… ¿Que te ha dicho el bicho?, y entonces me puse a analizar el asunto por si luego no me dejaba dormir la siesta de las once de la noche: ¿Qué me habrá querido decir Arturo?
-Progre es aquel, y digo aquel porque es normalmente hombre, que es elegante, guaperas, viste serio pero algo informal, se autocalifica como culto e intelectual y, siempre, de izquierdas. Y luego, lo más importante: Anda como un progre, habla como un progre, mira como un progre, gesticula como un progre y no le importa nada que le llamen progre. Entonces, si todo esto lo cumples, ya eres un progre.
-Quizás lo que no haya entendido muy bien es el calificativo de arqueológico, no sé si refiriéndose a mi edad o a que ese movimiento, (lo de ser progre), es ya muy antiguo y pasado de moda. No sé.
-Finalmente, teniendo que renunciar a mayores y más complicadas reflexiones, que solo son producto de la locura temporal que produce la cruel pandemia que se ha instalado en nuestras vidas, aterricé en mi rincón del olvido, abrí la ventana y decidí dejarme seducir por la D , acepté la compañía de mi Paulaner y me puse a leer alguno de esos textos que siempre encuentro allí, con mi tira de cartón señalando en cada libro o revista, donde leer.
“Lo peor en este mundo es sobrevivir”. Ana maría Matute.
Fuente: etfreixes.blogspot.com