Como especie, venimos desde el inicio de la evolución transitando al tiempo,
pero como humanidad nos hemos quedado anclados en un momento determinado,
aquel preciso instante en que la idea de los dioses surgió, y el poder de ellos fue mistificado,
y por ellos, supuestamente, le fue entregado a algunos cuantos seres,
apropiándose desde entonces de la voluntad de todas las sociedades que han aceptado ese papel,
y que hoy permiten en tropel el abuso de poder, por aquellos pocos que lo dicen poseer.
Sí no existe, entre los seres humanos, una directa relación entre la convicción y la razón,
nunca la realidad podrá ser la muestra fidedigna de la única verdad,
porque hoy demuestra que la imagen de esos dioses
es la misma idea del poder de sugestión, que a voces se propaga y multiplica,
dominando a la humanidad, e imponiendo una realidad ficticia, injusta y cruda,
que con miedo y con terror se expande sobre un planeta al borde de la extinción,
sin que esos dioses puedan hacer nada,
y mucho menos los seres que dicen representarlos.